El tiempo libre: ¿un privilegio masculino? Esto dice un estudio americano

Dentro de la compleja red de vínculos familiares y obligaciones, el tiempo libre se ha convertido en un recurso valioso y muchas veces limitado. Un estudio sobre cómo se distribuye este tiempo reveló intrigantes patrones de género que reflejan dinámicas sociales arraigadas. En Estados Unidos, donde el trabajo y el ocio necesitan un delicado equilibrio, las investigaciones muestran que los esposos trabajadores parecen disfrutar de un poco más de tiempo libre que sus contrapartes femeninas, especialmente entre aquellos con hijos.

Tiempo libre entre parejas

Los números hablan por sí mismos: los datos recopilados por el Centro de Investigaciones Pew muestran que, en promedio, las parejas casadas y empleadas en Estados Unidos se regalan unas 27 horas semanales a actividades de ocio.

Sin embargo, esta cifra general esconde diferencias sutiles pero significativas en la distribución del tiempo libre entre hombres y mujeres. Los esposos disfrutan de aproximadamente 28 horas de ocio a la semana, mientras que las esposas, por su parte, cuentan con cerca de 26 horas para actividades no laborales o domésticas.

Esta diferencia, aunque aparentemente menor, subraya un patrón recurrente en el cual las obligaciones fuera del ámbito profesional parecen pesar de manera desigual sobre las mujeres. En matrimonios donde ambos cónyuges trabajan, la división de tareas domésticas y responsabilidades adicionales no siempre sigue un camino equitativo, concediendo a los hombres un margen más amplio para el esparcimiento.

Las madres tienen menos tiempo libre

Dicha diferencia se torna aún más evidente entre las parejas con hijos. Aquellos padres y madres que manejan simultáneamente sus carreras y la crianza encuentran su tiempo de ocio considerablemente reducido.

En promedio, los adultos con menores de 18 años dedican unas 24.5 horas a la semana al ocio, frente a las 30.4 horas de aquellos sin hijos. Sin embargo, la brecha de género persiste y se amplía en este contexto: los esposos con hijos disfrutan de casi 26 horas semanales de ocio, mientras que las esposas deben conformarse con aproximadamente 23 horas.

La situación se agrava para aquellas familias con niños menores de 5 años, donde los esposos reportan cerca de 24.6 horas de tiempo libre semanal en contraste con las 20.1 horas de las madres. Esta diferencia de más de 4 horas subraya no solo el desequilibrio en la distribución del tiempo de ocio sino también en la carga de responsabilidades familiares y domésticas.

¿Qué actividades realizan las parejas?

En cuanto a las preferencias de actividades, relajarse frente al televisor se coloca como la favorita tanto de hombres como de mujeres trabajadores. No obstante, aquí también los hombres llevan la delantera, dedicando más de 15 horas semanales a esta actividad, en comparación con las 13 horas de las mujeres. Por otro lado, ellas tienden a invertir un poco más de su tiempo en socializar y comunicarse, aunque la diferencia es mínima, sugiriendo que las preferencias de ocio podrían estar más influenciadas por las oportunidades disponibles que por elecciones conscientes.

Curiosamente, ambos géneros dedican cantidades similares de tiempo a la actividad física y deportiva, lo que indica que cuando se trata de salud y bienestar, las prioridades se mantienen constantes. Sin embargo, las mujeres reportan dormir ligeramente más que los hombres, aunque esto podría interpretarse como un necesario respiro de sus múltiples roles.

Para los padres, el tiempo dedicado a ver televisión y socializar disminuye en comparación con aquellos sin hijos, evidenciando cómo la paternidad impone restricciones en el tiempo personal disponible. Aun así, la interacción social ocupa un lugar ligeramente más prominente entre los padres, sugiriendo que las relaciones personales ganan prioridad en esta etapa de la vida.

Desigualdad de genero

El análisis detallado del uso del tiempo libre entre parejas casadas y trabajadoras en Estados Unidos revela no solo cómo las responsabilidades laborales y familiares se entrelazan con el género, sino también cómo estas dinámicas afectan la calidad de vida y el bienestar emocional.

Aunque la diferencia de dos o tres horas pueda parecer menor en el gran esquema semanal, representa momentos perdidos que podrían fortalecer vínculos familiares, fomentar el autocuidado o simplemente ofrecer un respiro en vidas increíblemente ocupadas.

Estos hallazgos nos invitan a reflexionar sobre la necesidad de apoyar por una distribución más equitativa del tiempo libre y las responsabilidades domésticas. En un mundo ideal, la cantidad y calidad del tiempo de ocio no deberían estar condicionadas por el género, sino por las preferencias personales y las necesidades individuales, permitiendo a todos los miembros de la familia florecer tanto dentro como fuera del hogar.

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