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“Sí, la güerita es mi hija”

Madre e hija

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La mujer de cabello chino se me queda viendo. Analiza a Gore y voltea a ver a Dany. “Mami, ¿le compramos este vestido a Ximena?”, dice mi güera al tiempo que bate las pestañas en esos ojazos color miel. Le respondo afirmativamente, mientras no dejo de ver que la dependienta me barre de pies a cabeza y hace cara de “¿a poco es su hija?”. De Dany no lo duda ni tantito. Gore sigue hablando como el perico que es: me cuenta lo que hizo en la guardería y está muy emocionada porque les prometí ir a comer hamburguesas. Mi hijo medio dormita con la cabeza chueca en la carriola.

La dependienta tarda en cobrar a una pareja que pone y pone artículos para una mesa de regalos de bautizo (¿quién carambas pide un carro eléctrico como regalo?). La mujer que está justo atrás de nosotros le dice a su marido: “Mira qué bonitos ojos tiene la niña”, Gore voltea y les regala una sonrisa a la que le faltan ya cuatro dientes. La dependienta por fin se anima y le hace plática a mi hija:

-“Estás bien grandota, ¿en qué año vas?”

-“Ya pasé a segundo”

-“Estás bien bonita y muy alta, ya casi alcanzas a tu mami… porque sí es tu mamá, ¿verdad?”

Justo así. Manera no tan sutil de recalcar que no nos parecemos. Gore se ríe y le dice que sí, que soy su mamá “pero ella es más morenita que yo, mi hermanito sí se parece a ella, está más negrito”. No me ayudes, comadre. Obviamente lo dice sin un ápice de maldad ni mucho menos discriminación, es simplemente una niña que desde siempre ha escuchado cómo nos preguntan que si Alma, mi hermana, es en realidad su madre.

Cuando recién comenzaba a hablar y me decía “mamá” la gente me veía como diciendo “¿de dónde se la robó?”, lo que me hacía el paro es que iba mi casi exmarido con nosotras y pues ya como que no desentonaba yo con ellos. Él es más blanco y tiene los ojos entre miel y verdes. Gore, de hecho, sacó lo rubia de mi abuelita materna y su piel es tan blanca que hasta transparente se veía cuando era muy pequeña. En cambio, Dany y yo somos más apiñonados. De él jamás han dudado que yo sea su madre (aparte de que es mi clon).  

Madre e hija

Soy su mamá, no su nana

El colmo de la duda por saber si es o no mi hija ocurrió justo hace un año. Les cuento. Llevé a Gore a un parque especial para niños donde pueden ser desde bomberos hasta modelos, el lugar está totalmente diseñado para su diversión, así que los papás sólo vamos de acompañantes. Estábamos en el pequeño hospital y, mientras trataban a Gore de un “brazo lastimado”, otra señora me hizo plática:

-“¿Verdad que es bien cansado andar atrás de los niños?”

-“Sí, bastante”, le respondo

-“Y más cuando los niños no son de uno, ¿verdad? La güerita a quién se parece, ¿a su papá o a su mamá?”

Así, en una pregunta, la mujer dio por hecho que sólo la iba cuidando, que era yo su nana, pues. “De hecho, la güerita es MI HIJA”, le espeté haciendo énfasis en el “hija”. La señora no supo dónde esconderse. Yo ya no entré en detalle de que no era la primera vez que me pasaba. He lidiado con eso prácticamente desde que nació. Incluso las vecinas de mi madre se sorprenden del parecido de Gore con su tía. “Es toda la cara de Almita, ¿segura que ella no es su mamá?” ¡QUE NOOOOOOO! Goretti sí es mi hija ¬¬’.

La verdad a mí no me afecta que duden de que sea mi hija y a Gore menos, incluso juega a las muñecas (con un oso color café) al que dice que es su bebé. Justo ayer, lo envuelve con sumo cuidado, lo arrulla y se lo muestra a mi madre. Ella, siguiendo el juego, le dice: “su bebé es muy bonito, pero no se parece a usted, señora, usted es muy blanquita y tiene los ojitos claros”. Goretti en su perfecto papel de “nueva mamá” le responde a su abuela: “¡Ah! Es que mi hijo es de color chocolatoso, no se parece a mí, se parece a mi mamá”. Tooiingggg. Ya no soy morena, soy chocolatosa, jajaja. Pues nada, ya estoy como María Isabel en aquella película mítica: yo también tengo a mi propia Rosa Isela, la diferencia es que ella no se avergüenza de mí…

#HistoriasDeUnaMamáReal

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Aclaracion:

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