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A veces me siento mamá culpable

A veces me siento mamá culpable

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La semana pasada, el sábado, vi a dos de mis mejores amigas para ir a comer. Originalmente mis hijos se irían todo el fin de semana con su padre y yo estaría (digámoslo así) “libre” para planear esos tres días sin mis pequeñuelos. Mi casi exmarido pasaría por los niños a las 6 AM del sábado y me los entregaría el lunes por la tarde, así que hice mis planes, entre ellos ver a mis amigas e ir al cine con otra de mis mejores amigas el sábado por la noche. El domingo iría por un disfraz al Mercado de Sonora y terminaría la tarde con mi señora madre y sus deliciosos chilaquiles.

Hasta ahí todo bien. Pequeño detalle: el padre de mis criaturas nunca me confirmó nada y me avisa el mismo sábado a las 8 AM que siempre no iría ese fin, que quizá hasta el otro. Obviamente enfurecí. Entre un vaivén de mensajes, mi ex me dice que le lleve a los niños a su lugar de trabajo, sitio que no es el adecuado para los pequeños (hace frío, está todo húmedo, es peligroso) con la promesa de irse de inmediato del lugar para llevar a mis hijos a comer.

Acepté, arreglé a mis hijos y se los llevé. Era pasado el mediodía. Llegué con mis amigas prácticamente dos horas después de la cita original, pero nos pusimos al corriente en las 4 horas que nos vimos. Mientras tanto, mis hijos estaban con su padre en algún parque por ahí. Por momentos me puse a pensar que en lo que yo estaba muy a gusto paseando por el Centro, mis hijos quizá tendrían frío o algo. Cabe aclarar que confío mucho en su papá y sus cuidados: les procura comida, los batalla, los lleva al parque y demás, pero esa sensacioncita de “mamá está divirtiéndose y los niños por allá”, me inquietaba.

Paseo con las amigas

Llegué al departamento y mis niños llegaron poco después. “Mami, ¿podemos irnos a dormir a la casa de mi papi?”, me dice Gore súper emocionada. “Sí, claro, si tu papá no trabaja mañana, adelante”. Les preparé su maleta y nos fuimos todos en bola a comprar los pañales de Dany. Después mi ex me dejó cerca de la casa de mi mamá, a donde llegué a gorrearle la cena. Me la pasé con ella, mi hermana y mi sobrina. Casi a las 10 PM regresé a casa. Ya no vi a mi otra amiga para ir al cine, pero quedamos de vernos para desayunar. Un pequeño giro en los planes. El resto del sábado me la pasé viendo series, videos en YouTube, rascándome el ombligo y durmiéndome casi a las 3 AM. Pero no dejaba de pensar en mis niños. Estaban con su papá, sí, pero esa inquietud iba y venía.

El domingo vi a Aline, mi amiga, y fuimos en pos de un disfraz de los Cazafantasmas. Desayunamos, viboreamos gente y nos regresamos. Para la 1 PM yo ya andaba (¡otra vez!) con mi señora madre. Comí con ella, fui por el mandado y regresé a mi depa. A las 7 PM llegaron mis niños y ahí supe que mi exmarido siempre sí trabajó y se llevó a mis hijos “a trabajar”. Mi enojo fue directamente proporcional a mi culpa: ¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué no me los trajiste? ¿Por qué los expones al frío? ¿Por qué mientras ellos estaban ahí casi, casi a la intemperie yo andaba como la fresca mañana? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por quéeeeeee?

Él me dijo: “Por una vez no pasa nada, además era para que hicieras tus cosas tranquilamente”. Eso me enojó aún más: ¿Me estás diciendo que mis hijos me estorban? No, no lo dijo con esa intención y además no es así, yo me adapto a salir con mis hijos y cargo con ellos todo el tiempo, pero esta vez yo tenía ya todo planeado en función de que él se los llevaría de viaje. Por la noche, Gore me dijo: “Me divertí mucho en el trabajo de papá, comimos bien y estaba pendiente de nosotros, no te enojes, mamita, ¿a ti cómo te fue? ¿Te divertiste?”. Sí, me divertí, pero me culpaba por no haber estado con ellos en vez de que se fueran a trabajar. Terminé de bañarlos y, aunque sus palabras aliviaron un poco mi conciencia, la semillita de la culpa germinaba ya.

 

Si las cosas fueran al revés…

Hasta ahí hubiera quedado todo, pero justo ayer después de un mega berrinche por parte de mis críos, la desesperación de mi señora madre de ver toda su sala regada, la desobediencia de mis bendiciones hacia mi hermana y el llanto descontrolado de Dany, so pretexto de que tenía sueño, bastaron para que pensara en la posibilidad de que mis hijos se fueran a vivir con su padre y que yo fuera la mamá de los domingos.

Sí, aplicar lo socialmente inaceptado y mal visto: que los niños vivan con su papá y que él se chute…

* Levantarlos temprano

* Hacerles de desayunar / comer / cenar

* Llevarlos a tiempo a la escuela

* Ir por ellos en la noche

* Ver que hagan la tarea / comprar su material

* Bañarlos y llevarlos a dormir

* Lavar la ropa

* Recoger la casa

Todo eso multiplicado por 5 días a la semana, más:

* Aguantar berrinches

* Batallar el carácter de mis críos con sus “Sí, no, no quiero, vete, ya no te quiero nunca más, quiero a mi papá, no te quiero ver”

* Sacar del presupuesto para las papas, galletas, chicles y todas las chucherías que quieren

* Arrear a Gore para que haga la tarea y esperar su “espérame tantiiiiitooooo”

* Poner la cara cuando la maestra de Dany manda el consabido recadito de “señora, tuvimos una queja con su niño… otra vez”

Para que yo sólo…

* Los vea los domingos un promedio de 3 horas

* Los malcríe con salidas al parque

* Les compre golosinas

* Y no aparezca hasta una semana después

Haciendo la tarea

¿A poco no? Cuando una pareja se separa, los niños quedan al cuidado de la madre y el padre (por lo regular) se desentiende. Antes mi exmarido iba por ellos en las tardes, los llevaba al departamento, los bañaba, hacía la tarea con ellos y esperaba a que yo llegara de trabajar. De un tiempo para acá las cosas cambiaron y sólo los ve una vez a la semana, mientras yo me aviento el paquete toda la semana (con la invaluable ayuda de mi señora madre, claro está). Por eso también me dio coraje conmigo misma porque ese sábado, por tristes 4 horas que me desentendí de ellos, me sentí la mamá más mala del mundo.

No debe ser así: ninguna mamá debería sentirse culpable por salir a tomarse un café con una amiga o por hacer planes para ella, pero la triste realidad es que muchas dejamos de lado eso en función de los críos. Yo no soy de salir, ni nada, pero espero que el día que lo haga sea sin culpa, sin remordimiento y con la certeza de que nadie (principalmente mis hijos) me lo reprochen. Por eso me quedo con lo que me dijo mi hija: “Mami, no te preocupes, mi papi nos cuida bien y también nos divertimos mucho con él, ¡ya quiero ir a dormir a su casa de nuevo!”. Cierto: por una vez cada mil años que yo no me haga cargo de ellos, no pasa nada…

Mamá e hijo
 

Sigue a la autora en Twitter: @fahrez10 

En Facebook: @fhdzperez

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Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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