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De mamá a mamá: ¡arréglate, por favor!

De mamá a mamá: ¡arréglate, por favor!

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Yo sé lo que digo: es el mejor consejo que les puedo dar. Les cuento. La mujer de chongo amarrado, con chamarra voluminosa, pants descolorido y chanclas de hule (con calcetas, por cierto), me ve, me barre de pies a cabeza y se voltea. La ignoro y sigo caminando con Dany de una mano y Gore de la otra. Casi siempre me bajo del coche con los lentes negros puestos porque todo el sol me toca de frente cuando manejo, así que iba yo en look mommy diva con cartera y celular en mano para ir a dejar a Goretti. La mujer de la chamarra pachona resultó ser la mamá de Brianda Guadalupe, una niña del salón de Gore. Cuando íbamos caminando tras ella (antes de “la miradita”), le digo a Gore: “Esa señora no me cae bien”, a lo que ella espeta: “A mí Brianda tampoco, mami, se burla de las personas que usan lentes, a mí me molesta por eso”. Ironía de la vida: su mamá también usa. Le digo a Gore que la ignore, pero, que si vuelve a molestarla, me lo diga de inmediato.

Nos acercamos a la entrada de la escuela y una mujer en similitud de condiciones me ve y no oculta su ligera (o muchísima) envidia. Le doy un besito a mi hija, se mete a la escuela y me voy con mi chiquillo de vuelta al coche. Nos encontramos de frente con tres mujeres que van vestidas casi igual a la primera, ¿acaso es uniforme para ir a dejar a los niños? Cabe señalar que hoy particularmente sentí esa miradita y barrida que sólo las mujeres sabemos hacer, pero ¿qué culpa tengo yo de SÍ bañarme y arreglarme antes de ir a dejar a los críos? Hoy me vestí bastante primaveral con un vestido rojo con amarillo, cero suéter. Iba con el cabello en un chongo (pero bien hecho) y mis zapatos planos, aún no me maquillaba, pero decente sí iba yo.

Llegando al carro, le abro la puerta a mi hijo mientras una señora que iba corre y corre con su hija de la mano ¡me avienta “la miradita”! ¡Caramba! ¡Y eso que no me ha visto ya con el outfit completo! Tacones de 14 centímetros, pelatzo al vuelo y maquillaje impecable. En serio que se enamora de mí. Llegamos al kínder y la maestra de Dany me chulea el vestido: “¡Qué guapa, señora! Se ve usted muy bien”, atina a decirme frente a otras dos mamás con el clásico atuendo de pijama, tenis descoloridos, cabellos revueltos y chamarra que no combina.

Le agradecí y me fui, segura de que las otras me habían barrido igual. No es mi imaginación: yo lo he hecho muuuuuchas veces ¡pero al contrario! Es decir, soy tan pero taaaan criticona que un par de ocasiones me he aguantado de decirle a una que otra: “ten, aquí está un peine y antes de salir arréglate un poquito”. No es la primera vez que me pasa, incluso en alguna ocasión una mamá creyó que me quería ligar al malandro de su marido tan sólo porque yo sí iba bastante arregladita y ella en pants del Cruz Azul y playera de Acapulco.

En ese momento le dijo por lo bajo a su comadre: “Vienen tan indecentes a estas horas, sólo para provocar a los padres de familia, deberían tener tantita vergüenza”. Lo dijo porque llevaba yo una blusa medio transparente de flores grandes estampadas y un pantalón de mezclilla pegado. Francamente me ofendió más que una mujer vestida como ella y sin tantita vergüenza para salir con el rímel azul corrido y con calcetas de felpa gruesa, se haya atrevido a criticarme.

¿En fachas? ¡Jamás!

Estoy consciente de que muchas mamitas se quedan en su casa (lo cual admiro y respeto muchísimo porque ser ama de casa es el trabajo más pesado) PEEEEROOOOOOO eso no es pretexto para (por lo menos) darse una peinadita. Sé perfecto que pocas somos las que de ahí nos vamos a trabajar, ya que hay dos que tres que ya van muy peinadas con pistola y hasta el maquillaje impecable, yo me sitúo a la mitad: arreglada pero no maquillada aún. Lo que me sorprende es que todas, todas, TOOOOODAS las mamás caen en el estereotipo de fodongas porque ellas mismas se han empeñado en salir así a la calle y decir que es “normal”.

No mamitas, NO. MIL VECES NO. Ser ama de casa no tiene que ser sinónimo de fodonguez. Hace unos años yo me quedaba en casa y, aunque no andaba de tacones, me bañaba bien temprano, me iba a hacer ejercicio, regresaba y me arreglaba para ir por mis chiquillos. Nunca, nunca me vieron de chanclas en la calle y ese ejemplo lo aprendí de mi señora madre: ella se levanta y se arregla antes de ir por el pan o de salir a barrer la calle. Eso sí es lo normal. No es necesario peinarse con plancha todos los días, pero mínimo una pasadita del cepillo.

Estaba a punto de tragarme mis palabras justo la semana pasada: me agarraron las prisas y tuve que llevarme mi camisa colgada en el carro, así que me puse un suéter a la carrera, pero iba bastante bien combinada. En eso Gore me dice: “Mami, no importa que no te peines o que te vayas en pijama, al fin que vas en carro y en la casa de mi abuelita te cambias”. ¿Qué has dicho, insensata mujer? Me dio ternura su solución, pero no, no me sentiría bien conmigo misma. Incluso hasta bañarme puedo en casa de mi señora madre, pero no va por ahí: por eso me levanto mega temprano para no ir en fachas. Sólo le dije a mi niña: “No Goretti: podré ir en pants y tenis, con el cabello mojado o sin maquillarme, pero en pijama y sin peinarme, JAMÁS, eso te lo prometo…”

 

Sigue a la autora en Twitter: @fahrez10 

En Facebook: @fhdzperez

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Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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