¿Tu hijo tiene baja autoestima? Así puedes detectarlo y ayudarlo

“La mayoría de las sombras que nos encontramos en la vida las proyectamos nosotros mismos, porque nos situamos delante del sol”

Esta frase de Ralph Waldo Emerson incluida en el libro ‘Encuentra el hogar para tu niño interior’ de Stefanie Stahl me parece muy cierta, ya que cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de reaccionar bien o mal ante ciertas situaciones, pero muchas veces no nos damos cuenta que efectivamente, somos los que provocamos nuestro estado de ánimo o autoestima y no las demás personas.

Al ser adultos, es más fácil detectar ciertos comportamientos propios para poder pulirnos y mejorar, pero, ¿qué pasa con los niños? Ellos no tienen la capacidad para decidir entre lo que está bien y está mal y absorben todo lo que reciben de su alrededor.

Para eso, el papel de los padres es esencial para formar una buena autoestima en los pequeños.

Algo muy interesante y qué también menciona la autora del libro, es que todos, absolutamente todos sufrimos de ciertas cicatrices o heridas de la niñez, incluso aquellos niños que lo tuvieron todo.

Así es, puede sonar algo extraño, pero existen dos vertientes, los niños con carencias y los niños sobreprotegidos o demasiado consentidos por sus padres que aparentemente crecen muy felices, pero en realidad, algunas conductas sobreprotectoras no los dejan forjar tampoco una autoestima sana, ya que pierden la capacidad para conocerse a sí mismos.

Conocerse en básico, ya que esto genera seguridad para enfrentar retos con determinación y por esta razón es muy importante que un niño tenga buena autoestima.

¿Cómo detectar la baja autoestima e inseguridades de los niños?

La forma en la que se comporta mediante el lenguaje no verbal

Le cuesta trabajo comunicarse con otros niños o adultos, no le gusta hablar mucho, no expresa su felicidad, es decir, evita sonreír, no quiere jugar o parece triste.

¿Cómo acercarnos a ellos?

Hazle preguntas acerca de cómo se siente, pero primero genera confianza y dile que estás ahí para ayudarlo. Pregúntale qué le gusta, qué no le gusta, qué actividades le gusta mucho hacer, si quiere aprender algo nuevo, etc. Después pregúntale sobre sus sentimientos y déjale claro que si existe algo negativo se va a poder solucionar.

Por otro lado, limitarlos demasiado o sobreprotegerlos es un arma de dos filos, ya que los niños necesitan salir al mundo a explorarlo y a divertirse mientras lo hacen sin ser juzgados o regañados.

Un claro ejemplo es cuando su inocencia los lleva a sacar toda la harina de hotcakes de caja y los padres se enojan, lo regañan y él no lo hizo con la intención de molestarlos, simplemente su curiosidad lo llevó a hacerlo porque no lo vio mal y al contrario, pensó que era muy divertido dejar salir toda la harina para jugar con ella y ensuciarse.

Lo mejor que puedes hacer es no gritarle, pero sí dejarle claro que ahora debe limpiar el desastre, es decir, explicarle cómo cada acto tiene su consecuencia. Así de manera amorosa y sana él comprenderá.

Por otro lado, es sano reconocer sus esfuerzos y no un resultado final para que tengan la capacidad de seguir intentando sin terminar frustrados porque no alcanzaron una meta o una calificación excelente.

También es importante motivarlos en algo que les apasiona, por ejemplo, si ama tocar la guitarra, inscríbelo a clases, inspíralo y síguelo en sus sueños.

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