“¿Quién chi+n%&@dO$ dijo eso?

Por: Faby Hdz-Perez

venerable anciano acompañado de una joven dama. Al poco rato caí en la cuenta: ella era su enfermera. Me senté al lado del hombre y mi hijo con la chava. Dany me platica (poooor centéeeeesima vez) cómo le hace Buzz Lightyear, mientras noto que el señor de ochentipico años le ofrece de su plato de pasta a la crema. Dany se saca de onda, pero muy educadamente le dice: “No, gracias”. A mí se me inflan las plumas de pavorreal al ver el impecable comportamiento de mi crío.

“Doctor, ya está bien, ya puede comer”. ¡Aaaahhh, es doctooooor! Supongo ha de ser de la colonia, aunque jamás lo había visto. Los señores de la fondita lo tratan con familiaridad y una de las chicas le lleva tortillas calientitas, “porque así le gustan al doctor Arturo”. “Maribel, ¿quieres que ya te sirva tu arroz?”, le preguntan a la enfermera. Ella asienta y para todo es “sí, por favor, muchas gracias”, muy educados, pues.

Daniel vuelve a declinar la oferta.

Pensé que mi hermoso bebé seguiría comportándose a la altura y respondería con un “gracias”. ¡Qué ilusa fui!

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“¡Trágame tierra!”

el mesero soltó la carcajada, el doctor Arturo como que fingió no escuchar y yo quería que me tragara la tierra. Cierto, lo reconozco: así le digo siempre, que para mí es el niño más “pinshi” guapo del mundo, obviamente me ha escuchado decir una que otra grosería pero nunca, nuuuuuunca una vulgaridad.

Quienes me conocen saben que cuando me enojo (lo cual es bastante seguido) se me escapa una grosería aquí y otra por allá, incluso cuando Gore estaba más chiquita y una fulana estuvo a punto de chocarme justo en la puerta donde ella iba sentada, no pude reprimir que de mis inocentes labios saliera el clásico: “FÍIIIIIIJATEEEEEE VIEJA PE&+$/A”. Pero en ese momento mi hija, mi SABIA hija de entonces 2 años y 10 meses me dijo: “Mami, no digas eso porque yo soy una esponjita que todo ‘acsorbe’ y lo puedo repetir”. Chin. Toda la razón.

“¿PODRÍA TENER MÁS PRECAUCIÓN PARA NO CHOCAR SU VEHÍCULO CONTRA EL MÍO, GENTIL DAMAAAA?”. Obvio no. Sé que el ejemplo es poderosísimo y todo lo que yo haga o diga ellos lo imitarán. Por eso cuando recalcó la palabra y más el hecho de que yo SIEMPRE le digo así, quería que la tierra me comiera y me escupiera en algún lugar lejos de ahí.

Con toda la vergüenza del mundo ofrecí una disculpa y le pedí a Dany que ya no dijera eso. Maribel volvió a sonreír, pero el doctor Arturo se quedó muy serio. No justifico que mi hijo dijera una grosería, pero tampoco fue una vulgaridad de esas que los críos de hoy en día se saben y dicen como cualquier cosa. No sé cómo chi+n%&@dO$ se le ocurrió a Dany decir eso, yo que ya estaba pensando en ligarme al doctor Arturo. Ni modo, se me fue mi Sugar Daddy.   

 

 

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Aclaracion:

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