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La caótica hora de la salida

La caótica hora de la salida

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Son las 12:17 PM. Se abre el portón de la escuela y los pequeñines de primer grado salen medio confundidos y no saben para dónde jalar. Un mar de brazos estirados y gritos ensordecedores se escuchan en el pasillo a lo ancho del zaguán. “Marquitooooossss, acá estoy” “Rominaaaaaaaa, vente mamita” “Tadeooooooo, íralooooo, acá estoy”… los niños voltean a todos lados pero, entre que están asustados por su PRIMER día de escuela y de pronto se topan con tan pintoresco cuadro, pues es lógico que unos lloren y se haga más el relajo.

Pero lo bueno estaba por venir. Al fondo del zaguán un pequeño asustado y lloroso se negaba a salir. “Iker, Ikeeeeeer, venteeeee, acá está mami”, vociferaba la señora a mi lado enfundada en una especie de pantalón de gruesa franela estampada con vivas flores azul turquesa y rosa mexicano. Una playera de Megadeth, un chongo muy mal hecho, el rímel corrido y las chanclas de pata de gallo, me dieron a saber que la señora seguía como se había levantado (quizá súper temprano) hasta pasado el mediodía. Bueno, pues cada quien. La señora seguía gritando “Iker, Ikeeeeeeer”, mientras yo seguía de criticona pensando en cómo no se le salía una chancla entre tanto gentío.

Iker (está de más mencionar) seguía atrincherado detrás de su mochila de Paw Patrol, volteando a todos lados tratando de localizar a la voz que reconfortaba un poco su atribulada alma, pero un comprensible miedo lo tenía paralizado. La señora no podía pasar: desde una horda de mamis con carritos del mandado (¡a quién se le ocurre!), niños regados y suplicando por un dulce a otras mamás que se hacían las que no escuchaban, hasta yo misma con mi sobrina cargando y la carriola colgada del antebrazo (insisto: ¡a quién se le ocurre!). Entonces sucedió lo inevitable: la mujer se deschongó (literal) en pos de su hijo, inocente criatura que de pronto vio cómo todo el mundo se le iba encima.

Iker atinó (sabiamente) a hacerse a un lado y fue lo último que vi. La mujer de pantaloncillo floreado saltó por encima del carrito de mandado de una señora mayor que estaba “esperando a mi nieta, pero ella es de sexto”. ¡Señoraaaaa, tantito sentido común!: si a las 12:15 salen los de primero, a las 12:30 los de segundo a cuarto y a las 12:45 los de quinto y sexto, ¿qué CARAMBAS hace estorbando desde ahorita? Alcancé a ver cómo la mujer brincó (y no, no se le salió la chancla), pero sí se le atoró el pantalón en una varilla del carrito y traaaaas: rasgadura segura. Pero eso no importó, la vida de su hijo y hasta la suya propia estaban en juego.

La anarquía en forma de mamá

Atiné a hacerme a un lado, hacia el puesto de los tacos de cecina y nopalitos (mmmmm, ricos), protegiendo a mi sobrina, cuando todas las demás cerraron filas en el pasillo y emprendieron la estampida hacia adentro. No había más qué hacer. Era el mundo contra la conserje, una maestra, don Beto (el que pone los lazos a la hora de la entrada) e Iker. Un verdadero pandemónium. Gritos, llantos de los niños, mi sobrina asustada, un sol quemante de 37 grados, abuelas, madres y uno que otro papá haciendo el mega relajo del día. Todo era confusión y caos. Por doquier se escuchaba el clásico grito: “no estorbeeeeen, háganse a un ladooooo, les pegan a los niñoooooos”. Caso omiso.

En este punto no veía nada, salvo la gruesa espalda de un papá como de 1.80 m de alto, a quien Ximena (mi sobrina) jalaba no tan discretamente de la playera. El buen hombre sintió las manitas de Xime y volteó a ver qué sucedía. Yo, minúscula mujer de 1.49 m debí haberle parecido un pigmeo indefenso, igual o más que Iker, así que me hizo “canchita” hasta adelante “para que vea cuando salga su niño”. “Es niña”, pensé, pero no dije nada, sólo agradecí la muestra de solidaridad. Ximena hizo lo propio con una sonrisa de esas lindas, muy de ella.

En eso vi que salían nos chiquillos más grandes. “Esos no son de segundo”, dijo una señora de cabello ondulado vestida con un suéter negro (¿es en serio? ¿Con este calorón?). “No”, respondió otra mujer mayor, ataviada con el uniforme de rigor a esas horas del día (más de quienes se dedican a la ingrata y nada reconocida labor del hogar): un mandil de cuadritos con flores en las bolsas y a los lados (¡yo quiero uno iguaaaaal!), “esos son de quinto, ya vi a mi nieta”. Suertuda ella.

Dieron las 12:35 y nada que se despejaba la zona. Muchas mamás que ya tenían a sus críos a su lado, no se movían de la puerta: estaban platicando muy a gusto con la comadre y chismeando que a Susanita ya le habían pegado los piojos (bendito Dios que ella es de quinto). Sólo hacían más bola y no dejaban que los demás viéramos a nuestros peques. Por favor, por favor mamis: si su hijo ya salió NO SE QUEDEN EN LA PUERTA, sólo se hace relajo y ni pueden salir ustedes, ni nosotros acercarnos.

Estaba yo muy atenta a la mami que, a pesar de los empujones, se mantuvo impertérrita como soldado al lado del zaguán, cuando divisé a lo lejos el cabello rubio suelto y adornado con el perfectamente combinado moño en rojo y gris de Gore. Por fin salía mi hija, pero lo mismo: no sabía para dónde jalar, así que hice lo propio: “Gorettiiiiiiiiiiii, Goreeeeeeee, acá estoooooy”. Por fin me ve y se apresura a llegar jalando como puede la mochila. “No te veía mami, hay mucha gente”. ¡Uuuuyyyy m’hijita! Y eso que no viste todo el relajo previo…

La recibo con un beso y el “¿cómo te fue?” “Bieeeeen, mami, pero hay muchos niños nuevos que se la pasan llorando todo el día porque quieren a su mamá, son los del salón de primero, lloran mucho”. Sí, lo sé, es un cambio para ellos, es otro mundo, es otro sistema, es algo desconocido. Nunca supe si Iker encontró a su mamá. Estoy segura que sí: con todo y el pantalón hecho trizas, el cabello revuelto y la dignidad pisoteada, no hay nada que una mamá no enfrente por su hijo asustado. Yo hubiera hecho lo mismo por Gore, a pesar de mis tacones de 14 centímetros, faltaba más…

 

#HistoriasDeUnaMamáReal

Sigue a la autora en Twitter: @fahrez10 

En Facebook: @fhdzperez

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Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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