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Hablando de picky eaters o niños remilgosos…

Hablando de picky eaters o niños remilgosos…

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“Agüela, agüela, dami más brócoli”, le dice Daniel a mi señora madre. La abuela palicede: ya no hay. Buscamos en el fondo de la olla los restos del brócoli “de ese blanco” (oséase coliflor) para dárselos a mi hijo. Dany ve el resultado y se conforma con los tres pedacitos que hay. Se sigue con las zanahorias, la calabaza y el chayote. Poco caso le hace a la quesadilla de jamón con queso, prefiere que me la lleve “para cinar, mami”. ¿Apenas está comiendo y ya está pensando en la cena? ¡Eso es ser muy glotón!

Así es, no es por presumir peeeero mis hijos son unos niños que comen muy bien y de todo; desde que comenzaron con la ablactación los enseñé a comer verduras: comenzamos con la zanahoria, ya que el fabuloso pediatra de Gore me dijo que “si come zanahoria cocida sin sal, verás que comerá toooodas las verduras que le des”. Y tuvo toda la razón. El método era simple: tres días con la misma verdura, después tres días con combinación de dos y al final tres días con tres. Así de sencillo. Luego de la zanahoria llegó la calabaza, después el chayote y finalmente las espinacas. En el caso de Goretti estaba supervisada por el pediatra porque a sus 4 meses de edad pesaba 8.735 g, es decir, el peso de un bebé promedio a los 8 meses.

La etapa de obesidad de Gore comenzó a causa del reflujo: tomaba leche especial con un espesante de arroz (precisamente para que no vomitara) lo que la hacía engordar. Pero se cortó de tajo cuando el médico dijo que le diéramos medio chayote cocido y sin sal en lugar de una de sus tomas de leche. “¡Se me va a morir de hambre mi niiiiñaaaa!”, pensé, pero sí era alarmante lo gorda que estaba. “Su hija es obesa, señora, tenemos que mantenerle el peso por lo menos por otros dos meses”, así que Gore comenzó a comer sólidos a esa edad por razones médicas: no podíamos esperarnos a que cumpliera los 6 meses.

De ahí pa’l real todo fue mágico: Gore prefirió siempre la verdura sobre las cosas dulces (bueeeno, ahora ya le agarró el gustito a las paletas y los chicharrones ¬¬’), por eso no me preocupa que de vez en cuando coman chatarra. Nuestro sistema es muy simple porque de lunes a sábado deben comer bien y sano, tal cual como en fondita: sopa, guisado, postre y agua, para que los domingos puedan comer hamburguesa, pizza, pollo frito o tomar refresco. En este punto es importante aclarar que tampoco se avientan dos litros, si acaso un vaso o ni eso porque a Gore se le olvida y lo deja por ahí. Dany sí se lo toma y cuando llega su límite sabe que ya no tomará hasta una semana después. Me enorgullece jactarme de que con mis hijos nunca he tenido el problema porque coman, es más, hasta se pelean por comerse el último chayote en la cacerola, por eso les permito comer “mal” una vez.

Los

¿Mis críos remilgosos? ¡Para nada!

¿Por qué les cuento esto? Porque hace un par de días vi un video en el que decía literal: “Salven a los niños de los vegetales” y se arrancaban con una serie de imágenes en la que los niños sufrían horrores por una zanahoria, un brócoli o hasta una papa cocida. En un punto aparecen bebés escupiendo su papilla (lo cual es perfectamente normal, son sabores nuevos) y se escucha a una mamá decir: “¿Quieres tus macarrones con queso?”, el bebé asiente y ella increpa: “Pues debes comer tus vegetales primero”… a claras vistas es una mezcla primavera de chícharos y zanahorias, pero el pequeño se retuerce en su silla como si fuera peor que veneno.

El video se justifica diciendo que esos pequeños son picky eaters (o lo que es lo mismo: chamacos remilgosos) y que por eso se valen las caras de asco ante la cucharada de puré. Incluso una mamá se aventuró a comentar y decir que los padres en el video ejercían abuso infantil por obligarlos a comer “sanamente”, es más, cito y abro comillas: “Eso claramente es abuso infantil, un padre no puede obligar a su hijo a comer lo que no le gusta. A mis hijos les doy macarrones con queso, pollo frito estilo sureño, nachos con carne y comen muy bien, jamás han escupido nada. A esos padres deberían darles lo que no les gusta y ver si se lo comen”. ¡¡¡PUES OOOBVIOOOO!!! ¿Qué niño ha escupido papas fritas o una hamburguesa?

¿Es en serio creer que es abuso infantil? Por curiosidad me metí al perfil de la mamá que comentó y evidentemente tiene un problema muy marcado de obesidad. Es tan sencillo como esto: debemos comer acorde a la energía que gastamos. Y en ese sentido mis duendes comen mucho: son capaces de comerse una porción digna de un adulto y nunca se van a dormir si cenar. Cierta ocasión que Gore se quedó con su abuela, le dieron pan y leche de cenar, a lo que Gore les dijo: “ay abuela, mi mamá me da comida", lo que pueden ser dos quesadillas de queso, un plato de espagueti o de sopa, y en el caso de Dany dos huevos revueltos. Mi hermana me dijo: “son bien tragones tus hijos… igual que tú”. ¡Ups!

La semana pasada mi sobrina no quería comer y me dijo mi mamá que escupe los chícharos. Y ahí voy yo de presumidota: “¡Aaaaayyyy, qué rara niña! Mi Gore hasta los escoge del arroz y no le da a Dany”. Pensé que había hecho suficiente gala de mi orgullo maternal, cuando mi señora madre, muy sabia ella, me espetó: “No, más bien tus hijos son los raros: ella es normal, no a todos los niños les gustan las verduras, no a todos los acostumbraron como tú. Ximena es como cualquier otro niño”… ni hablar, tiene razón...

Los

Sigue a la autora en Twitter: @fahrez10 

En Facebook: @fhdzperez

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Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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