La Catrina es la representación más arraigada en nuestra celebración de Día de Muertos. Fue creada por el pintor y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada como una sátira a los “nuevos ricos” o aquellos comerciantes indígenas que querían aparentar tener un estilo de vida europeo.

La Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada

Originalmente se llamaba La Calavera Garbancera y su nombre provenía de los vendedores de garbanzo que,  siendo pobres,  aparentaban ser ricos y querían ocultar sus raíces indígenas. Este grupo se caracterizaba por vestir a la usanza europea y por renegar de sus antepasados.

Posada los retrató magistralmente: calaveras con sombrero de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en las fiestas de alta sociedad…  Es notable que la mayoría de las calaveras de Posada no tienen ropa sino únicamente sombrero, lo que hace más evidente la visión del artista.

Para José Guadalupe Posada, La Calavera Garbancera  es una crítica a los errores políticos, la hipocresía de la sociedad y la miseria en la que vivía la mayoría de los indígenas.

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Surgen también las calaveras literarias

Esta imagen también acompañó a las calaveras literarias en los periódicos. Como hoy, las calaveras literarias fueron composiciones en verso que en víspera de Día de Muertos se solían escribir para celebrar las fiestas.

Eran una manifestación de la cultura popular para hacer burla a vivos y muertos y para recordar que todos vamos a morir.  Textos breves, satíricos, burlescos con los que se reflejaba el espíritu y la festividad del mexicano frente a la muerte.

Una calaverita del propio José Guadalupe Posada apuntó: "La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera".

La Catrina de Diego Rivera

Diego Rivera retomó la obra del maestro posada y le llamó La Catrina en 1947 en su obra “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”. La palabra catrín en México se refiere a un hombre elegante y bien vestido que va acompañado de una dama también de clase alta.

En el mural de Diego Rivera aparece a la derecha, como homenaje, el artista José Guadalupe Posada. Del lado izquierdo se puede contemplar al propio Diego en una “versión infantil” y atrás la pintora Frida Kahlo.

Aquí se puede observar que fue Diego Rivera el que le dio la vestimenta característica de la aristocracia mexicana de final del siglo XIX y principios del siglo XX.  Estola de plumas, vestido esponjado, zapatos altos y el clásico sombrero.

Esta obra fue hecha originalmente para el Hotel del Prado, destruido por el terremoto de 1985 en la CDMX, por fortuna se pudo rescatar y hoy  se encuentra actualmente en el Museo Mural Diego Rivera, localizado en el Centro Histórico de la Ciudad de México y que fue construido precisamente para albergar este mural.

Hoy La Catrina es parte de nuestra cultura. Su imagen es reconocida internacionalmente y de inmediato es referente de nuestras festividades. 

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