La caótica hora de la salida

Por: Faby Hdz-Perez

los pequeñines de primer grado salen medio confundidos y no saben para dónde jalar. Un mar de brazos estirados y gritos ensordecedores se escuchan en el pasillo a lo ancho del zaguán. “Marquitooooossss, acá estoy” “Rominaaaaaaaa, vente mamita” “Tadeooooooo, íralooooo, acá estoy”… los niños voltean a todos lados pero, entre que están asustados por su PRIMER día de escuela y de pronto se topan con tan pintoresco cuadro, pues es lógico que unos lloren y se haga más el relajo.

Al fondo del zaguán un pequeño asustado y lloroso se negaba a salir. “Iker, Ikeeeeeer, venteeeee, acá está mami”, vociferaba la señora a mi lado enfundada en una especie de pantalón de gruesa franela estampada con vivas flores azul turquesa y rosa mexicano. Una playera de Megadeth, un chongo muy mal hecho, el rímel corrido y las chanclas de pata de gallo, me dieron a saber que la señora seguía como se había levantado (quizá súper temprano) hasta pasado el mediodía. Bueno, pues cada quien. La señora seguía gritando “Iker, Ikeeeeeeer”, mientras yo seguía de criticona pensando en cómo no se le salía una chancla entre tanto gentío.

niños regados y suplicando por un dulce a otras mamás que se hacían las que no escuchaban, hasta yo misma con mi sobrina cargando y la carriola colgada del antebrazo (insisto: ¡a quién se le ocurre!). Entonces sucedió lo inevitable: la mujer se deschongó (literal) en pos de su hijo, inocente criatura que de pronto vio cómo todo el mundo se le iba encima.

¿qué CARAMBAS hace estorbando desde ahorita? Alcancé a ver cómo la mujer brincó (y no, no se le salió la chancla), pero sí se le atoró el pantalón en una varilla del carrito y traaaaas: rasgadura segura. Pero eso no importó, la vida de su hijo y hasta la suya propia estaban en juego.

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La anarquía en forma de mamá

odo era confusión y caos. Por doquier se escuchaba el clásico grito: “no estorbeeeeen, háganse a un ladooooo, les pegan a los niñoooooos”. Caso omiso.

En este punto no veía nada, salvo la gruesa espalda de un papá como de 1.80 m de alto, a quien Ximena (mi sobrina) jalaba no tan discretamente de la playera. El buen hombre sintió las manitas de Xime y volteó a ver qué sucedía. Yo, minúscula mujer de 1.49 m debí haberle parecido un pigmeo indefenso, igual o más que Iker, así que me hizo “canchita” hasta adelante “para que vea cuando salga su niño”. “Es niña”, pensé, pero no dije nada, sólo agradecí la muestra de solidaridad. Ximena hizo lo propio con una sonrisa de esas lindas, muy de ella.

“esos son de quinto, ya vi a mi nieta”. Suertuda ella.

Por favor, por favor mamis: si su hijo ya salió NO SE QUEDEN EN LA PUERTA, sólo se hace relajo y ni pueden salir ustedes, ni nosotros acercarnos.

r fin me ve y se apresura a llegar jalando como puede la mochila. “No te veía mami, hay mucha gente”. ¡Uuuuyyyy m’hijita! Y eso que no viste todo el relajo previo…

La recibo con un beso y el “¿cómo te fue?” “Bieeeeen, mami, pero hay muchos niños nuevos que se la pasan llorando todo el día porque quieren a su mamá, son los del salón de primero, lloran mucho”. Sí, lo sé, es un cambio para ellos, es otro mundo, es otro sistema, es algo desconocido. Nunca supe si Iker encontró a su mamá. Estoy segura que sí: con todo y el pantalón hecho trizas, el cabello revuelto y la dignidad pisoteada, no hay nada que una mamá no enfrente por su hijo asustado. Yo hubiera hecho lo mismo por Gore, a pesar de mis tacones de 14 centímetros, faltaba más…

 

#HistoriasDeUnaMamáReal

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Aclaracion:

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