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De escuincles contestones… y los míos

Niños contestones

Foto: iStock

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Cuando yo era niña (en aquellos lejanos tiempos de los 80-90’s) dije que cuando tuviera hijos, ellos serían el modelo de obediencia y seriedad que yo fui en su momento. Me imaginaba a mis vástagos alrededor mío diciendo solícitamente: “Sí, madre querida, lo hago enseguida” o “Por supuesto, mamá, en este instante recojo mis juguetes” y juré que mis retoños se distinguirían por la fina educación que tanto su progenitor como yo les daríamos. Oh, equivocación.

Hace un par de semanas mi mundo rosa se cayó. Les cuento. Dos queridísimas amigas fueron a visitarme a casa, obviamente mis hijos revoloteaban por ahí, mientras yo me ufanaba de lo bien lindos y amorosos que son mis peques. Les presumía a mis amigas (que me conocen desde la facultad) la personalidad de cada uno: Gore, niña muy inteligente, despierta y amorosa a su manera (nada de besitos, apapachos, muy seca) pero de gran corazón y Dany otro niño súper abusado, pero todo lo contrario a su hermana: encimoso como él sólo y que todo soluciona con besos a mamá cuando ve que mi enfado sube tres rayitas.

Ahí estaba yo cual pavorreal con el plumaje exquisito que da el orgullo de tener un par de niños perfectos, dando detalle a diestra y siniestra de que, como los míos, no había dos y que yo que los parí daba fe de que mejor educados no podían estar. Hasta ahí todo bien. La charla continuaba y mis hijos medio veían la tele, medio interrumpían la plática. En eso se acerca mi hija con el control remoto para que le cambiara al programa en la tele.

 

Una respuesta incómoda

 

Trato de cambiar. Esfuerzo inútil. Como buen mexicano, quito las pilas para voltearlas y en eso se me cae una. Casi en automático, le digo a Gore: “Ándale, hijita mía, páaaaasame la pila, por favor”. Esperaba yo un “Sí, mamá, aquí está” o “Ahorita la levanto” o ya de jodido “Ten, aquí está”, pero NOOOOOOO, la señorita borró de un plumazo todas sus virtudes cuando con la misma fuerza de sus cuasi SIETE años me respondió muy oronda: “Párate tú”. TATAAAAAAN. Sí, así, con esos calzones.

Me puse de mil colores al ver cómo pedacito a pedacito la imagen de niños educados se cayó en dos palabras y sólo atiné a murmurar un “No me contestes así”. La voz trémula y entrecortada, no por el llanto reprimido, sino por el coraje atravesado. Traté de guardar la compostura y la mandé a su cuarto (muy polite, yo) ¡aaahhhh!, pero NO SE ME OLVIDÓ su respuestita. ¡Qué vergüenza! Sobra decir que mis amigas son muy relajadas, nada que ver con lo obsesiva ni lo fijadota que puedo ser, así que creo que este incidente les pasó sin pena ni gloria, pero a mí NO se me pasó.

En la noche le pregunté a Gore que porqué había osado contestarme así (con el consabido “ubícate que soy tu madre”) cuando me dijo: “Es que tú estabas más cerquita, sólo era agacharte y ya”, es decir, siguió en la línea de la desfachatez al contestarme así. Y ahí comprendí que no es que los tiempos cambien, sólo se disfrazan más fácil, ¿por qué lo digo? Porque cuando le conté a mi señora madre esto, le dije que podía ser el Trastorno Oposicionista Desafiante en los chiquillos.

Ella me preguntó en qué consistía. Le expliqué que es cuando los críos no hacen caso o son rebeldes a las reglas, se comportan mal, se niegan a cooperar con los demás (como levantar la pila, por ejemplo) y tienden a responder feo. Con esta info, mi madre con su vasta sabiduría respondió: “Pues tus hijos son todo eso y al cuadrado, pero en mis tiempos no era un trastorno, se le llamaba escuincle contestón y tú también lo fuiste porque para que obedecieras a la primera pasé las de Caín. No te creas única. Punto”. Total, que no son los primeros ni los últimos en responderle así a su mamá, pero sí estoy segura que los míos se pasan…

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#HistoriasDeUnaMamáReal

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Aclaracion:

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