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Carta de una mamá que trabaja a una mamá ama de casa

Carta de una mamá que trabaja a una mamá ama de casa Foto: *iStock

Carta de una mamá que trabaja a una mamá ama de casa Foto: *iStock

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Querida mamá:

Te escribo estas líneas para decirte que hoy más que nunca te admiro, te respeto y comprendo la friega que representa quedarse todos los días desde que amanece hasta que anochece con los críos y a cargo de todo lo que representa hacer en la casa. Yo soy una mamá que trabaja y aunque también hago quehacer, lavo, barro, trapeo y hago comida por las noches, hoy más que nunca sé que no es lo mismo estar en tus zapatos.

Seguramente notaste mi ausencia este tiempo al escribir, te cuento que hace dos semanas, a raíz de un infortunado accidente, mi madre se rompió el brazo. Doble fractura (cúbito y radio) fue el diagnóstico. Operación segura. Así que mi hermana y yo nos vimos ante la exigencia de reajustar nuestra rutina en favor de cuidar a mamá y hacernos cargo de lo que usualmente ella hace. Siempre supe que mi madre era una súper mujer, una mamá y abuela todoterreno a la que no se le dificultaba nada. Hoy, sé que ella es mucho más que eso. 

Los días que permaneció en el hospital, mi hermana y yo nos turnamos el ir por los niños a la guardería, hacer de comer y medio recoger la casa. Digo medio recoger porque no teníamos el tiempo de hacerlo, dado que teníamos que estar en el hospital. Durante esa semana crítica, me hice cargo de mi sobrina por las noches y la acoplamos a la rutina de mis niños, no era nada fácil, pues, aunque mi aún marido me ayudaba con los tres pequeños, Ximenita tenía otras costumbres que le hicieron un poco difícil adaptarse, además, llevarla a la guardería fue una tortura para ella. 

En ese tiempo todavía fui a trabajar a la oficina, llegaba y me hacía cargo de los niños mientras mi hermana se la rifaba en llevar y traer a mi madre por las noches. Operaron a mi mamá un viernes por la mañana y yo todavía trabajé a las afueras del hospital mientras esperaba noticias de ella. Por la tarde de ese mismo día la dieron de alta. Estuve con mi sobrina todavía desde el viernes hasta el domingo, día que se quedó ya con su mamá y que pude medio dormir.

La segunda semana, mi hermana trabajaba por las noches, así que yo me quedaba a cuidar a su niña (que se enfermó de gripe y de la garganta horriblemente) y a mi mamá: a bañarla, darle sus medicinas, darle de cenar y demás, mientras mi casi exmarido se llevaba a mis hijos para bañarlos, dormirlos y llevarlos por las mañanas a la escuela. Una vez que llegaba mi hermana, así en vivo y sin dormir, se quedaba a cuidar a la niña y a mi mamá, mientras yo me iba a trabajar.

Sobra decir que, a pesar de estar ahí pendiente de mi mamá, no dormí y que estaba toda preocupada por ella: por la movilidad de su brazo, por el dolor y por la evolución natural de su operación, así que pedí vacaciones forzadas en el trabajo. Lo verdaderamente bueno empezó el lunes pasado. Llevé a mis hijos a la escuela y de ahí a ayudar con el quehacer, la comida y a atender a mi madre. A las 12:30 era estar a las afueras de la escuela por Goretti, pasamos al mercado y a traer lo de la comida: sopes y sopita de codito.

Ah, pero como una cosa la venden en un lado y otra en otro, hice dos recorridos a pie que mi madre también hubiera hecho, dos kilómetros en promedio. Llegué toda acalorada, con hambre y preguntándome si así es siempre. Sí y era aún peor. Yo no sé porqué salen tantos trastes de lavar, ¿tú sí? ¿Has lavado trastes y trastes cada que desayunan, almuerzan, comen y cenan? No sé cuántos sean en tu familia, pero acá con 3 niños y 3 adultos salían 25 platos, 40 vasos y como 70 cucharas. Yo dejaba la cocina impecable y al cabo de 20 minutos estaba igual, ¿te ha pasado lo mismo?

Tres generaciones Foto:

¿Vacaciones? Oilaaaaaa

Hasta ahora me quejado de un solo día. El martes tuve que salir rápido al Centro, fui y vine en cuestión de dos horas y de ahí directo a la escuela de Gore a hacer la dichosa valla para que las mamás no pasen hasta la escuela por el crío. Perdí en promedio una hora en esperar a que todos los chamacos salieran, lo peor es que Gore ni siquiera fue a la escuela: también enfermó horrible y la he estado inyectando diario. De ahí, otra vez a dar de comer y a lavar el montón de trastes.

Llegó la noche y ahora a mi depa para lavar toda la ropa de mi mamá, de mis hijos, de mi sobrina… una friega hecha y derecha. A eso súmale que medio barrí, trapeé y lavé los baños de mi depa, es decir, doble quehacer. El miércoles otra vez, pero esta vez fue llevar en la mañana a mi madre a consulta y a sacar su nueva cita al hospital: más de media mañana perdida. De ahí, ir por Dany y llevarlo a él y a su hermana a cortarse el cabello. Llegar y bañar a los tres niños, darles de comer y batallarlos un rato, todo esto sin que mi madre y yo hubiéramos comido.

Al final, otra vez el alterón de trastes e irnos con los niños al depa. Iba yo anoche a hacer de comer para hoy, pero no pude: el cansancio me venció. Anoche me dormí a las 9:40 PM, algo impensable si tomamos en cuenta mi insomnio crónico. Desperté 9 horas después, renovada y descansada, sólo para volver a la rutina: dejar a los niños en la escuela, ir a casa de mi madre a recoger la cocina, lavar trastes y hacer la comida. Fui por Gore y regresé para sazonar el caldo de galletas Marías que hice, una ensalada de col y nuevamente recoger.

Tarea doméstica Foto:

Te escribo estas líneas aún con la cocina regada, aún yo vestida con mandil (ah, porque eso sí: no puedo hacer quehacer ni la comida sin mi mandil, ¿creerás que hasta colección tengo?), mis chanclas y soportando el calor que hace. Quiero decirte que nunca, nunca, nunca permitas que te digan: “¿Te quedas en tu casa? ¡Entonces no haces nada!” ¡¡¡POR SUPUESTO QUE HACES Y MUCHO!!! Yo soy de esas mamás que trabajan y que hacen quehacer, pero quedarse todo el día en casa es otro cantar y más si hay críos tan latosos como los que yo tengo.

Esta semana he cambiado mis vertiginosos tacones de 14-15 centímetros por mis flats y mis chanclas, mi peinado con secadora por una cómoda coleta, mis outfits hiper combinados por un look mucho más cómodo (aunque sin llegar a la fodonguez que veo cada mañana en las otras mamás que llevan a sus hijos a la escuela, eso sí no te lo perdono), mi maquillaje sutil por una cara lavada… han sido sólo cuatro días de vacaciones y ya no le veo fin. Aún me falta forrar una dichosa caja de huevo, llevar a Dany al dentista, a Gore al Seguro y guardar tooooda la ropa limpia que aún no doblo desde el lunes… sin contar toooodos los trastes que volverán a salir de aquí a que nos tomemos el cafecito de la noche.

Querida mamá ama de casa, para ti mi admiración por siempre, pero con permisooooo el lunes me regreso a la oficina…

[No te pierdas: Valorando a mamá]

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Aclaracion:

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