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Amigos imaginarios, la forma en que los niños toleran la soledad

Amigo imaginario

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Te voy a contar la historia de Pepe, el amigo imaginario de mi hija pequeña.  Mi niña hoy tiene cinco años y desde los tres empecé a notar que “platicaba” con "alguien". Poco a poco me fue dando más datos:

“Se llama Pepe, mamá. Tiene 8 años, es más grande que yo y jugamos todo el tiempo”. Al principio creí que ese nombre lo había sacado de alguna actividad en el colegio. Pero platicando con otros papás me di cuenta de que no, solo mi hija tenía un Pepe.

La figura de Pepe empezó a cobrar relevancia. Pepe la acompañaba al cine, incluso aseguraba que estaba sentado a su lado. Pepe le decía qué travesura hacer, “Yo no fui mami, fue Pepe”, era su excusa. Pepe me empezó a preocupar.

Yo complementario

Creo que el protagonismo de Pepe empezó a hacerse notar  también en la escuela porque un día la psicóloga me mandó llamar. ¡Afortunadamente porque ya estaba con los nervios de punta!

La psicóloga me explicó que la compañía de los amigos imaginarios son “habituales” en niños entre dos y nueve años de edad.  Es una herramienta sana que el niño desarrolla para reflejarse o confrontarse con él mismo.

En pocas palabras se trata de un “Yo complementario” con múltiples funciones.

Fomenta la tolerancia a la soledad. Se siente acompañado.

Favorece su autonomía. Pierde el miedo de hacer actividades solo.

¿Por qué se crean amigos imaginarios?

Por lo regular son creados por niños que están constantemente rodeados de adultos o aquellos que demuestran más imaginación. En pocos casos (pero sí hay, así que debemos estar alertas), el amigo imaginario es síntoma de alguna carencia afectiva.

Lo primero que me dijo la psicóloga es que no tratemos de coartar la presencia del amigo imaginario, es decir, no regañarla por tenerlo.

Hay que escuchar y preguntar más acerca de ese amigo, incluso incluirlo (de pronto, no siempre) en la conversación.  El amigo imaginario puede darnos pistas de lo que nuestros hijos necesitan, así que es nuestro deber escucharlo.

¿Cuándo no es sano el amigo imaginario?

Deja de ser una herramienta cuando interfiere en las actividades del niño o cuando le acarrea experiencias negativas como el miedo.  El amigo imaginario debe traerle experiencias de juego  y emociones positivas.

Poco a poco, conforme va creciendo, el niño identificará que el amigo imaginario solo está en su imaginación. Solito lo va a ir dejando, no te atormentes.

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