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Caminata en Copalli, Malinalco

Peñas La Ladrillera

Peñas La Ladrillera

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Con calles empedradas, un sitio arqueológico y hermosas casas de adobe, el Pueblo Mágico de Malinalco es uno de los tantos lugares del Estado de México que frecuentan turistas nacionales y extranjeros. Sin embargo, para los que están buscando alejarse del pueblo y sus turistas, las montañas y los alrededores de este hermoso pueblo son perfectos para relajarse e interactuar con la naturaleza.

Uno de los lugares más hermosos es La Ladrillera. Está a unos pocos kilómetros del centro de Malinalco, en las imponentes faldas de roca y tierra,  se encuentra Copalli, donde tres cabañas de adobe, un temazcal, un huerto medicinal y la mejor hospitalidad hacen de este lugar un centro de relajación y tranquilidad. Manejado por Demetrio (diseñador, naturista y fan del Tae Kwon Do), Copalli te desconecta del ritmo urbano, ya que no hay internet ni señal telefónica, y te permite disfrutar de paisajes y sonidos naturales ajenos a las grandes ciudades.

Salimos de la Ciudad de México un viernes a las 4 pm, y después de dos horas de conducir llegamos a Malinalco, donde nos detuvimos en el mercado local para comprar verduras. Llegar a al pueblo es extremadamente fácil, ya que es muy conocido y hay varias señalizaciones durante el trayecto; sin embargo, debido a su ubicación en las faldas de las montañas, el camino de terracería que te lleva a Copalli podría crear complicaciones para ciertos autos, especialmente en época de lluvias.  Aún así, varias personas con distintas marcas y tipos de autos frecuentan el lugarcada fin de semana y nunca ha habido problema alguno.

Llegamos a Copalli en el atardecer y Demetrio salió a recibirnos, nos ayudó con nuestro equipaje y nos acompañó a nuestra cabaña. Al día siguiente teníamos planeado visitar Malinalco y en la tarde subir una de las tantas peñas de La Ladrillera.

Despertamos al sonido de burros y vacas caminado hacia el cerro, y después de desayunar en la terraza de nuestra cabaña nos dirigimos a Malinalco. Caminamos por el pueblo, visitamos la iglesia, subimos a la pirámide, comimos en el mercado y nos regresamos a Copalli emocionados de nuestra caminata.  Demetrio nos recomendó subir por el lado oeste, donde la pendiente es mas baja, no hay tanta vegetación y hay varios senderos de ganado. Pero como estábamos buscando un poco mas de aventura, decidimos subir por uno de los cañones; atacando las imponentes peñas de frente. Empezamos a escalar y la maleza, los bichos y la humedad se hicieron presentes al instante.

Durante el trayecto escuchamos el sonido de aves e insectos y nos paramos varias veces a apreciar los colores de la roca y las diferentes formas de los árboles. Estábamos impactados, ya que no sabíamos que tan cerca de Malinalco podríamos encontrar un lugar tan virgen. Continuamos subiendo por una zanja, donde estaba bastante húmedo y en ciertas partes había agua; hasta llegar a la cumbre.

No sabíamos cuánto nos íbamos a tardar hasta llegar a la cima, pero como si estuviera planeado, lo hicimos justo al atardecer. Fascinados por el lugar, continuamos caminando por las planicies de las cumbres de los cerros hasta llegar a una cañada de mas de 300 metros. Debido a que no llevábamos el equipo adecuado para lograr cruzar, frenamos la expedición y empezamos a descender. Queríamos hacerlo por donde habíamos subido, pero la densidad de la maleza nos desorientó y acabamos siguiendo un río que desembocaba en una presa en la propiedad de Demetrio. Llegamos a nuestra cabaña antes de que cayera la noche, ya que no llevábamos lámparas y el terreno estaba mojado y resbaladizo.

Muy cansados por nuestra caminata, cenamos y nos dormimos. Nuevamente con el sonido de otra tormenta eléctrica sobre los pueblos de Chalma y Acatzingo, y nos despertamos, de nuevo, con el sonido de los burros y las vacas siguiendo sus senderos hacia la montaña.
 

Cortesía de Walking México 
www.walkingmexico.com

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