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¡Vivan las madres solteras!

Vivan las madres solteras

Vivan las madres solteras Foto: iStock

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En el mundo hay mucha gente que siempre me deja con la boca abierta. Me impresiona la gente que a pesar de enfrentarse a situaciones adversas nunca pierde la fe, me impresionan los buenos doctores porque a diario salvan vidas, me impresionan las personas honestas que, a pesar de tener que pagar los platos rotos, siempre son justas. Pero nunca nadie me va a impresionar tanto como esas mujeres que lo pueden todo, mejor conocidas como madres solteras.

Antes de entrar en el tema, ¿quién califica como madre soltera? Por lo general, se usa este término para las mujeres que tuvieron hijos fuera del matrimonio. Para mí, una madre soltera es aquella que por decisión propia o por circunstancias de la vida, quiso o tuvo que criar a sus hijos sin una pareja. No importa si siempre fue soltera, si se casó y luego fue abandonada o si enviudó.

Habiendo aclarado el concepto, hablemos de números. Según el INEGI, 3 de cada 10 mexicanas son madres solteras. Del 100% de las madres en México, 27.8% ejerce su maternidad sin pareja y de este número, 21.3% alguna vez estuvo unida y 6.5% siempre fueron solteras. Hablando un poco de economía doméstica, 8.2 millones de hogares son liderados por mujeres solteras y 45.9% de estos se encuentran en condición de pobreza.

A pesar de tener muchas cosas en su contra, las madres solteras crean un mundo paralelo a diario.

Solo el 35% de las madres solteras recibe apoyos gubernamentales o apoyo de otros hogares. A esto hay que sumarle que, según el INEGI, 67.5% de ellas no reciben pensión alimenticia, lo que significa que 3 de cada 4 hijos de padres separados no tienen pensión alimenticia.

En el campo laboral, según la Encuesta Nacional de Educación y Empleo (ENOE), solo el 7% de las madres solteras que están buscando trabajo actualmente no tiene experiencia laboral. De las que sí tienen trabajo, 63.7% son trabajadoras subordinadas y remuneradas. Y bueno, lo obvio, según el Instituto Nacional de Mujeres, las madres solteras, separadas, divorciadas o viudas tiene una tasa de participación económica más alta. Desafortunadamente, según la ENOE, las madres trabajadoras ganan menos dinero que las mujeres que no son madres.

A estos números hay que sumarles las estadísticas de violencia de género en nuestro país. Según el INEGI, 66.1% de las mujeres han sido afectadas por la violencia de género. De este grupo de mujeres, 49% ha sido víctima de violencia emocional, 41.3% ha sido víctima de agresiones sexuales y 29% vivieron violencia económica, patrimonial o discriminación. Según PwC (PricewaterhouseCoopers), en México existe una diferencia salarial entre hombres y mujeres de 16.7%. Es importante mencionar que según la misma fuente, mientras el 4% de los hombres están desempleados, solo el 2% de las mujeres no tiene trabajo.

Y bueno, la peor cifra de todas: según el INEGI, entre 2007 y 2016, 22 mil 482 mujeres han sido asesinadas. Durante estos años, cada cuatro horas fue asesinada una mujer.

Con estas escalofriantes cifras no pretendo poner a las madres solteras como víctimas, muy al contrario. Decidí mencionarlas porque los números y las estadísticas nos ayudan a entender la realidad y me parece verdaderamente increíble que, a pesar de tener muchas cosas en su contra, las madres solteras crean un mundo paralelo a diario. Un mundo paralelo en el que no poder no existe, un mundo paralelo en el que están libres de toda desventaja, un mundo paralelo en el que logran crear una realidad que, basándonos en las cifras, parece ser imposible.

Tengo una amiga escritora súper exitosa que se llama Lucía Orozco pero es conocida en todo Jalisco como Lucía la de Flor. Como a mí no me da miedo preguntar, cuando la vi le pedí que me explicara por qué era conocida como Lucía la de Flor. Resulta que ella tiene una prima que también se llama Lucía y sus familiares, para diferenciarlas, les agregaron el nombre de sus mamás. Me explico, la mamá de Lucía se llamaba Flor y por eso a ella le dicen Lucía la de Flor. Aunque la mamá de Lucía no fue madre soltera, su explicación puso todo en perspectiva.

Todos los que tuvimos la fortuna de tener una mamá que se hiciera responsable de nosotros, contra viento y marea, y más si fue una madre soltera por decisión o por circunstancias de la vida, le deberíamos robar la idea a Lucía y deberíamos ir al registro civil a cambiarnos el nombre, no solo porque nuestras mamás se lo merecen sino porque si somos honestos, mucho de lo que somos y podemos es por ellas.

Muchas felicidades mamás, pero sobre todo, ¡arriba las madres solteras!

Atentamente,
Gonzalo, el de Adela.

* Este contenido fue publicado originalmente en el HuffPost México.

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