Como mamá estoy muy interesada en temas de crianza y educación, es por eso que cuando leí lo que dijo el ex presidente de Uruguay, José Alberto “Pepe” Mujica Cordano sobre el tema, no dudé en compartírtelo porque me parece una percepción muy atinada, pero que también nos invita a reflexionar y debatir. “Se educa en la casa, se enseña en la escuela”.

La frase es contundente y Mujica redondeó su argumento con lo siguiente:

“En la casa se aprende a: saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes, ser solidarios, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado.

En la escuela se aprende: Matemáticas, castellano, ciencias, estudios sociales, inglés, geometría, y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado a los hijos”

Los padres educan los maestros enseñan

La educación de nuestros niños no es responsabilidad de los maestros, sino de nosotros los padres. Es nuestra obligación enseñarles a respetar, a no destrozar, a no robar, a no mentir, a cuidar el medioambiente, a ser empáticos con los demás, a tener valores, a luchar por sus sueños, a establecer límites, a comprender que tienen derechos y que ese derecho termina cuando empieza el de alguien más. En otras palabras, a ser responsables y conscientes de sí mismos y de su entorno.

Es importante exigir que en las aulas exista una enseñanza de calidad, pero la educación comienza en el hogar.

Una tarea de ambos

La reflexión de Mujica no implica un divorcio entre maestros y padres, sino todo lo contrario. Nos hace conscientes que es una labor compartida.

Paulo Freire, autor del libro “La pedagogía del oprimido” asegura que es en la unión de los roles en el hogar y la escuela donde se consolida la personalidad de cada uno nosotros. “Es un proceso de permanente liberación”.

Sí, estoy de acuerdo con “Pepe” Mujica, se educa en casa y en la escuela se refuerzan las normas sociales para convivir en armonía. Ninguna de las dos instituciones (escuela y familia) debe “flojear”, solo así podremos reestablecer el tejido social.

Aquí te dejo algunos ejemplos de lo que debemos inculcar en casa:

En la hora de comer, hay que sentarse en la mesa
Si tienes que decir algo, utiliza un tono de voz adecuado
Trata a los demás como te gustaría que te trataran. Sé amable y respetuoso.
Cumple con los horarios establecidos en casa. 
Evita la agresividad, no grits ni pegues. 
No exijas cosas innecesarias.
Pide permiso antes de tomar cualquier objeto que no sea tuyo.
Saluda y despídete siempre. 
Da las gracias, sé agradecido. 
Comparte con los demás.
Escucha con atención cuando te hablen.
Si te equivocas, corrije tu error.
Si lastimas sin querer a alguien, ofrece una disculpa y repara el daño 
Respeta las reglas, usos y costumbres de donde vayas. 
Sigue las normas cívicas y de seguiridad (por ejemplo ponerse el cinturón en el coche).
Tienes tareas y responsabilidades tanto en casa como en la escuela. 
No tires basura, respeta tu planeta. 
Toda vida es valiosa, no hagas daño ni a personas ni a animales. 
Sé honesto
Sé puntual

¿Qué valores hay que promover?

Amabilidad: ser cariñoso y gentil con él mismo y con los demás.
Respeto a la diversidad: todos somos diferentes y únicos, eso es lo que nos hace valiosos. 
Normas: el mundo necesita ceñirse a normas para garantizar que las sociedades funcionen en armonía. No es obedecer por qué sí, sino acuerdos de convivencia que debemos seguir. 
Amor a la naturaleza: el planeta es nuestro hogar.
Amistad: crea y fortalece las relaciones sociales de tus hijos. 
Tolerancia: enseña que es importante esuchar e intercambiar ideas sin peleas.
Perseverancia: muéstrate cómo luchar por lo que quieren y a levantarse tantas veces sea necesario para conseguir el objetivo.