Mamitas: ¡NO ESTORBEN EN LA PUERTA!

Por: Faby Hdz-Perez

La semana pasada llegamos con el tiempo justo porque los señoritos (entiéndase: mis hijos) no me hacían caso: no se tomaban la leche rápido y se me fueron casi 10 minutos en tratar de peinar con decencia a mi hija. Total que llegué a dejar a Dany (más bien dicho, a aventarlo del carro, jajaja) en el kínder y córrele con Goretti. Eran las 7:56 cuando estábamos a tres cuadras que nos tenemos que chutar a pie. Todavía le compré su desayuno y pegamos la carrera. Justo a tres metros de la entrada y con el reloj en 7:58 un grupo de 6-8 señoras estaban obstruyendo el paso.

Señoras, ¡¡¡QUÍ-TEN-SE!!! ¿Qué no ven que ESTORBAN?” Una, sólo UNA de ellas hizo el amago de quitarse, las demás ni se inmutaron.

QUÍTENSE DE LA PUERTA”, le contesté (bueno, le grité) y me enfilé al zaguán que ya casi cerraba. Le entregué la mochila a Gore, le di un beso apurado y les hice canchita a los otros peques para que pudieran entrar.

Curioso sistema… que no se respeta   

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NO deja que las mamás se coloquen en la entrada, sino que las manda a la banqueta de enfrente.

¿Las señoras hacen caso? ¡Obvio no! Todas se arremolinan en la puerta y no dejan que los pequeños que vienen corre y corre (que no deberían, pero bueno) no alcancen a entrar. Con esta información, me preparé para la última junta que tuve: salimos de casa con el tiempo suficiente para dejar a Dany, comprar con tranquilidad el desayuno de mi Gore y todavía nos sobraron 10 minutos en los que aproveché a acomodar el coche más cerca. Yo hice perfecto caso a las indicaciones que me había comentado la señora: dejé que entrara mi hija y me atravesé con el grupito de mamás de 2do. B. Dieron las 8 en punto y el director cerró. Pasaron 5 minutos, pero nada que se dispersaban las mamás metiches.  

Desde ahí divisé a la fulana de la vez anterior: sus cabellos ahora revueltos pero el mismo pantaloncito de franela medio percudido me hicieron recordarla. Las 8:08 y ya se empezaba a despejar el área, pero las de ese grupito de 6-8 mamás seguían ahí arranadas en el mismo lugar que la vez pasada. Platicaban tan amenamente que pensé que estaban debatiendo sobre la solución de la hambruna mundial o sobre la cura contra el cáncer. Todo el mundo se fue menos ellas y los que estábamos en la banqueta de enfrente.

 

Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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