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Los niños y su brutal sinceridad

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Cierta ocasión fui con mis críos a la despensa. Iba yo lidiando con sus ocurrencias y tachando mi lista cuando se empezaron a pelear por elegir un cereal. Gore le decía muy firme a Dany que, la vez anterior, él había escogido y ahora le tocaba a ella. A mi hijo le valió un cuerno: él quería el del “coneito di colores” no “di chocolate” y la otra aferrada. Comienzan a discutir. Ella grita, él más. Entro al quite y es peor: “Ay, chamacos malcriados”, termino por vencerme.

En ese momento, Gore espeta: “pero si tú nos crías”. Lo dijo justo enfrente de una señora que también decidía entre cereal de nuez o de pasitas. La señora sonrió, pero yo me quedé pensando: ¿de verdad los crío mal? No, días después me di cuenta que es el sentido literal que todos los niños tienen y que viene desde los tiempos iniciales de mi carrera como mamá.

Hace casi cuatro años, íbamos en el coche Gore, su papá y yo. Mi hija venía sentada en su silla e interrumpiendo la plática. En una de esas, ella le dice: “Oye papá, ¿para qué me educas?” Su papá se queda callado y le dice: “Pues para que seas una mujer de bien”, acto seguido ella le dice: “¿y te ha funcionado?” UUUPPPSSS… (por supuesto, sólo nos reímos nerviosamente).

En otra ocasión, fui víctima de las palabras directas de Gore respecto a mi apariencia física. Les platico. Para nadie es secreto que sufro de problemas intestinales que hacen que me vea embarazada de 8 meses de vez en vez (incluso me han cedido el asiento reservado en el metro ¬¬’) por eso cuando una vez me puse así de enferma, yo esperaba el consuelo de mi adorada hija, pero en vez de ello me dijo: “Ay mamita, estás tan gorda que pareces globito, ¿por qué no me dijiste que tendrías otro bebé de comida? Ya no comas tanto, así te vas a quedar”. Snif.

“¡Trágame tierra!”

También su papá ha sido víctima de la brutal sinceridad de sus propios hijos. Llega por ellos para llevárselos a la escuela y Dany le dice: “Papi, po qué no ti limpias las ligañas, se te ve fea la cara”, AY, AY, AAAAAYYYY. A mí me ha dicho: “Mi gusta blincar en tu panza po que parece colchón suavecito” o “po que no ti pintas, no eres guapo cuando te bañas”. O hay veces que me besa y me dice: “Mami, mi raspó tu cachete, ¿tienes barba como mi papi?” ¬¬’… la última fue cuando le dijo a su papá: “Papi, eres flaco como pigueti (spaguetti) y tu mami eres almóndiga”.

Ante esto, ¿qué podemos contestar? Nada, a veces me río, otra me deprimo pero agradezco lo sinceros que son, aunque debido a eso también he pasado cada vergüenza que ¡santo Dios! Una vez en una tienda de ropa la dependienta chuleó a Gore por sus ojos y su cabello rubio, entonces ella le dijo: “Es que no me parezco a mi mamá, ella es más negrita pero así la quiero, dicen que mi mamá es mi tía… mi hermanito se parece a ella, está igual de oscuro”. Lo dice con inocencia y con verdad: tiro por viaje me dicen casi, casi que de dónde me la robé.

Pero nunca, nunca, NUUUUUNCA como el día que Dany le dijo a la cajera de la tienda de autoservicio: “Mami, ¿po que isa siñora es fea? Su ojos son feos, mi da miedo”, atiné a agarrar mis cosas, y correr a la salida en friega. Es de las pocas veces que no les digo nada, son tan directos y honestos que me arrancan una carcajada. Ojalá los adultos no perdiéramos nunca la capacidad de ser así, el mundo sería un poco mejor.  

Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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