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Leyendas cortas para niños: ‘El conejo en la luna’

Leyendas cortas para niños: ‘El conejo en la luna’ / Foto: iStock / imagenavi

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Cuando era niña, mis papás me contaban la leyenda del conejo en la luna y la amaba. 

Me encantaba pensar que había un conejito mirándonos a todos desde lo alto cuando caía noche.

También me gustaba creer que la luna era de queso, pero esa es otra historia, jaja...

La leyenda del conejo en la luna es muy bonita para contar a los niños, pues tiene una linda enseñanza. Además, es pequeña y perfecta para contarla por las noches cuando hay luna llena y 'el conejito' brilla en todo su esplendor, porque es muy mágico pensar que un conejo vive en la luna.

Si quieres contarle a tus hijos esta leyenda corta mexicana, aquí te la dejo:

 

Leyendas cortas para niños: ‘El conejo en la luna’

 

El dios Quetzalcóatl, una de las deidades prehispánicas más importantes, decidió emprender un paseo por la Tierra, pero pensó que su aspecto de serpiente emplumada asustaría a todos a su paso, por lo que decidió tomar forma humana.

Quetzalcóatl, caminó y caminó admirando todos los bellos paisajes que la naturaleza ofrece y, al caer la noche, cansado de tanto caminar, se detuvo a descansar porque tenía hambre y sed.

La luna y las estrellas resplandecían con su brillo, así que Quetzalcóatl se sentó a observarlas.

De repente, se le acercó un tierno conejito que lo miró con detenimiento mientras comía algo.

 

- ¿Qué comes?, dijo Quetzalcóatl al conejo.

- Una zanahoria, ¿quieres?, contestó el conejo.

- No gracias.

- Entonces, ¿qué vas a comer?

- Nada, tal vez mi destino sea pasar hambre y sed.

El conejo, consternado con lo que acababa de escuchar, se acercó a Quetzalcóatl y le dijo:

- Mira, no soy más que un conejito pequeño, pero si tienes hambre cómeme, estoy aquí.

El dios, lo acarició y le dijo:

- Tus palabras me conmueven tanto. Tú no serás solo un conejito más en la tierra, serás muy recordado por siempre por tu generosidad.

Entonces el dios tomó al conejito en brazos, lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, hasta que su figura quedó estampada en la superficie de la luna.

Luego, el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

- Ahí tienes tu retrato en luz, para que todos los hombres de la Tierra siempre te recuerden.

Y así fue, desde entonces la silueta del conejo permanece hasta ahora en la luna y otorga su brillo a todas aquellas personas que admiran su belleza.

 

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