“¡Happy birthday, my little baby!”

Hoy es un día muy, muy especial. Hoy es el cumpleaños de mi pequeña Gore. Hoy hace 8 años que me brindó el privilegio de ser su madre y desde entonces he estado aprendiendo con ella este camino de la maternidad a través de sus juegos, sus preguntas y su innata inteligencia. No negaré que con ella experimenté el mayor miedo de mi vida: ser mamá. Cuando la tuve en mis brazos sentí un miedo terrible a lastimarla, a que se me resbalara, a no saber educarla o a regarla en algo.

Los primeros días con ella fueron de acomodarnos, de conocernos y de entenderle a sus llantos. Estábamos aprendiendo a conocernos y muy pronto se manifestó su carácter: terco, voluntarioso y fuerte. Aprendí a reconocer cuando algo la enfadaba o cuando algo la ponía contenta. Jamás olvidaré el día que a su padre se le ocurrió la brillantísima idea de peinarla después de bañarla: ¡grave error! La señorita ya estaba más en los brazos de Morfeo que nada cuando su papá osó pasarle el peine sobre su cabellito esponjado ¡ardió Troya!

No sólo se despertó enojadísima, sino que empezó a llorar y no se calmó hasta DOS HORAS después, luego de haber vomitado, ponerse pinta y desgarrarse la garganta. Ni siquiera su abuela la podía controlar. Todo por un simple pasón de peine que se atrevió a disiparle el sueño. Ahí aprendí que, pasara lo que pasara, si tenía sueño y se quedaba dormida, era mejor dejarla así. Muchísimas veces dejé que se le pasara su hora de comida, que no se bañara o que se quedara toda incómoda en el sillón, pero no la movía con tal de que no se enojara y llorara como desaforada. Al sol de hoy, si tiene hambre y sueño, prefiere dormirse que comer, si no se pone de malas. Ya luego se despierta y come normal.

Todas las que tenemos hijos y fuimos mamás primerizas sabrán de lo que hablo: es un sentimiento raro, tenemos la expectativa de ser las mejores, de ser perfectas y muchas veces no es así. Estamos aprendiendo, así como ella cumple 8 años de vida, yo cumplo los mismos en mi rol de mamá. Soy bastante joven en las artes maternales si tomamos en cuenta que hay muchísimas que rebasan la marca de los 30 y 40 años de ser mamás, pero creo que no lo he hecho tan mal. El miedo sigue, es verdad, pero gracias a ella lo controlo todos los días. 

Una dedicatoria especial

Hoy no hablaré de las señoras whatsapperas que me desesperan, hoy no hablaré de las travesuras y ocurrencias de mis hijos, hoy no hablaré de cómo me peleo con otras mamás, ni hablaré de mis anécdotas en el metro. No. Hoy le dedicaré este espacio a quien me ha enseñado tanto y a quien me estrenó en este mundo, a veces pesado y cansado, pero muy satisfactorio, como lo es la maternidad.

Para ti mi Goretti preciosa: te amo como a nada en este mundo, eres mi pequeño bebé y lo serás por siempre, así cumplas 8 o 18 años, serás la mujer de mis sueños y la persona por quien daría la vida sin pensarlo. Eres la personita más inteligente y especial que conozco y te doy gracias por tú tenerme la paciencia necesaria cuando he estado a punto de tirar la toalla, por ser la niña más maravillosa del mundo y la más inteligente que tiene el propósito de ser feliz siempre y contagiar esa felicidad a todos los que te rodean.

Quizá no tienes la familia ideal, pero todo lo que hago es por ti y porque seas feliz, que la normalidad esté en tu vida y que estés contenta siempre. En estos 8 años, mi pequeña hermosa, me has enseñado mucho a lidiar con mi propia paciencia y exasperación. Ciertamente no soy el mejor ejemplo de paciencia y dulce madre que te mereces, al contrario, soy bastante Hitler y particularmente contigo ha habido momentos difíciles, pero te amo con locura y soy capaz de arrancarme un brazo por ti y pelearme con quien sea que intente siquiera hacerte daño.

Tal vez no lo sepas, quizá no lo creas, pero cuando leas estas líneas sabrás que eres la razón que me motiva a seguir adelante, la personita que me ha hecho cuestionarme si lo estoy haciendo bien como mamá, que me ha dado las más grandes satisfacciones y a quien adoro con el alma. Gracias por estos 8 años de ser mi mejor maestra. Cada noche te veo dormir y doy gracias a Dios por premiarme con una niña como tú… cuando ni siquiera lo merezco… ¡¡¡gracias, gracias, ojitos de miel!!!

¡¡¡Feliz cumpleaños, pequeño pedacito de mi corazón!!!

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