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Crónica de una batalla perdida anunciada

Foto: Pixabay

Crónica de una batalla perdida anunciada

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¿Recuerdan que les platiqué la semana pasada que una niñita agredió a mi Gore? Ah, pues debido a la contingencia ambiental me tuve que aguantar al lunes para ir a hacer mi mitote… y todo para nada. Les cuento. Llegué muy puntual al salón para hablar con el profesor y con la mamá de la susodicha, yo en mamá dignísima por la afrenta, súper enojada y dispuesta a todo… pero, ¡oh, sorpresa! La otra mamá nunca llegó. El profesor me atendió con un poco de prisa y la agresora estaba ahí, muy campante.

El profe mandó a llamar a las dos niñas y les dijo que quería que le explicaran tal cual lo que pasó. En ese momento Gore procedió a explicar todo, mientras Kimberly Danae escuchaba con atención. No negó nada. Dijo muy resuelta:

-“Sí, yo le pegué”, así con esa frescura

-“¿Y por qué hiciste eso?”, quiso saber el profesor

-“Pero no la dejé sola, la ayudé en el baño hasta que llegó Dayan y la dejé con ella… es que me da asco la sangre y a Goretti le salía mucha… mi mamá me dijo que hice bien en ayudarla”, dijo la pequeña agresora sin ápice de arrepentimiento, pero sin responder a la pregunta del profe

-“Pues eso no está nada bien, no debiste haberlo hecho, que no se repita… ya váyanse las dos al homenaje”, les dijo el profe y se volteó hacia mí con cara de “¿satisfecha?”

Y yo: ¡OOOOBBVIIIIOOOO NOOOOOOOO! Mi incredulidad fue tal que sentí más coraje. Es decir, así con casi casi una palmadita en la espalda se solucionaba todo, ¿debía conformarme con que la “ayudó” a limpiarse la sangre? ¡No debió agredirla, para empezar! Le pregunté al profesor por la mamá de Kimberly Danae y me dijo: “es que no se pudo quedar, ella TRABAJA” y yo “¡Ah, caray! Yo también trabajo y me voy a un tour de casi tres horas hasta mi chamba, pero aquí estoy para dar una solución a esto” ¬¬’

-“Sí, comprendo, pero creo que el tema no debe ser minimizado”, expliqué con tranquilidad

-“Sí, lo sé, señora, pero ya hablé con las dos niñas y no creo que se vuelva a repetir, no es la primera vez que hablo con la mamá de Kimberly Danae”, me dice con tono de “¿ya se va?”

-“Mire, profesor, sé que esto va más allá de sus límites, que es un tema que debe ser tratado con la mamá, más porque me dio a entender que lo único que yo buscaba era dinero, lo cual no es así, no es por eso, se trata de que sea una llamada de atención para la niña”, expuse en tono molesto pero lo más neutro que pude, más cuando me di cuenta que NO ERA LA PRIMERA VEZ que sucedía algo similar con esta niña

DE NADA SIRVIÓ

El profe se mantuvo en sus trece y de ahí no lo saqué. Me sacó vuelta con lo de hablar con la mamá de Kimberly Danae:

-“Se me hace raro que le haya dicho eso, la señora es muy tranquila”, me espeta

-“Pues no sé realmente cómo sea la señora, pero a mí se me puso en un tonito que no me gustó para nada, yo sí quisiera una solución permanente a esto, profesor”, le solté de últimas

-“Yo hablaré con la señora, ¿ya para qué hacer más grande esto? Yo la mantengo informada”, me dijo al tiempo que se levantaba de la silla y me conducía a la salida

Fue por demás. Me sentí frustrada, derrotada y con más coraje. O sea, la niña esta encima de que agredió a Gore se salió con la suya: ni la mamá ni el profesor le llamaron la atención. Vi cómo las dos niñas estaban formadas para el homenaje, se reían y en apariencia se llevaban súper bien. Me puse a pensar ¿exageré? ¿Sí realmente hice una tormenta en un vaso de agua? ¿Me vi mal por venir en plan de echar bronca si a la mera hora las niñas como si nada?

Sí, tal vez exageré, pero no creo que sea un asunto para tomar a la ligera. Me queda la impresión de que a la mamá de Kimberly Danae le vale sorbete que su hija sea una agresora o una bully en potencia, me pregunto: ¿y si hubiera sido al revés? ¿Se hubiera quedado tan tranquila? La señora no me dio la cara y dejó las cosas así. A la niña no le puedo yo llamar la atención, no soy quién, pero si sigue así esto se saldrá de control en algún punto. De mi parte está en decirle a Gore que se defienda (no a golpes, claro) pero que al menos diga lo que sucede al momento.

Mamitas: cada una sabe lo que ha criado y todas creemos que tenemos al mejor hijo del mundo, pero hay que ser realistas y si alguna vez otra mamá les da la queja de que su pequeño tesoro golpeó, arañó, aventó un juguete o le dio un pellizcón a su hijo, pregúntenle el porqué lo hizo. Así sin rodeos. Investiguen ambas partes y tomen cartas en el asunto. Pero eso de ponerse a la defensiva y luego luego asumir que el culpable o chismoso es el otro, no solucionará nada. No den el mensaje equivocado, los niños son muy inteligentes: saben que mamá o papá no dirán nada porque tienen esa consigna “yo te creo todo ciegamente” y repiten la conducta una y otra vez.

No quiero sonar mamá Hitler (muy yo, pues) ni decir que jamás les crean a sus hijos, no tampoco. Simplemente es tener bien presente el tipo de educación que queremos darles a los niños y no ser la típica mamá que defiende a capa y espada a su angelito sabiendo que puede ser todo un demonio. Como le dije a mi casi exmarido: “De Daniel hubiera creído ciegamente que él tuvo que dar un golpe primero o mínimo el otro niño se va con un guamazo igual, pero de Gore no: ella ni siquiera se defiende”, a eso me refiero, mamitas, uno sabe perfectamente de lo que es capaz cada hijo, no caigamos en cegarnos por el amor incondicional que les tenemos, porque de eso se trata también, de educarlos en la verdad y en que asuman las consecuencias de sus actos, no de que siempre los solapemos.

Al rato lo único que conseguirán es que sean el terror de la escuela o de que se topen con una mamá odiosa como yo que quiere una solución drástica como la expulsión o el cambio de escuela… ¿verdad que suena muy bien cuando se es la mamá del agredido? Ahora pónganse del otro lado: ¿qué sentirían si esa es la medida que piden para su hijo el agresor? Suena terrible, ¿cierto? Pero si la mamá de Kimberly Danae no sólo se hubiera limitado a decirle que “hizo bien por ayudarla a parar la sangre”, sino que le hubiera puesto el ejemplo de buscarnos para ofrecer una disculpa, otro gallo cantaría. A eso mamitas, se le llama disciplina y respeto a los compañeros, no es nada difícil de inculcar, seamos ejemplo.

    

Escuela y

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