¡Alerta! Mamá Godínez al volante #HistoriasDeUnaMamáReal

Esa soy yo. Lo reconozco. Me desespera y me estresa pensar que tengo que ir a dejar a mis hijos a la escuela. Les cuento. Pocas somos las mamás que trabajamos (porque la gran mayoría se queda al cuidado de los críos en casa, para ellas mis respetos totales) y más pocas aún somos las que llevamos a los pequeñuelos en coche. Ahora bien, si hacemos una pequeña ecuación: mamá Godín + carro + prisa = carrerita segura. Y si se atraviesa cualquiera de estas situaciones, ¡el CAOS!

Para empezar la salida de la casa: yo bajo una mochila, una pañalera, mi bolso, dos loncheras, un Spiderman, un Buzz Lightyear y dos chiquillos que se van peleando por quién va a llamar al elevador.

Llegando al estacionamiento es una verdadera tortura abrir el coche, subir mochilas, acomodar niños, abrochar cinturones y entregar los respectivos juguetes para que no se vayan peleando, sumándole que a veces hay que esperar a que el vecino baje y mueva su coche porque la noche anterior se nos olvidó acomodarlo.

¿Cuánto llevamos? ¿Cinco minutos? ¡CINCO que son ORO! Cabe mencionar que me pongo así de neuras porque mis niños no van a la escuela cerca de casa como Dios manda, no, ellos van cerca de la casa de la abuela a 20 minutos de distancia en coche. Así que, tengo que ir con tiempo suficiente para dejar al niño en la guardería, llegar a la escuela de la niña, comprar su lunch y asegurarme que entre a la escuela antes de que Doña Cleo me azote la puerta en la nariz, es decir, ANTES de las 8 EN PUNTO.

En el camino he visto de todo: al señor de los tamales que se le ocurre poner su carrito a medio paso, los que parecen que van como domingo en la Alameda o que le piden permiso a una llanta para subir la otra al tope, están las mamás que llevan al pobre niño arrastrando de que van corre y corre (como yo, ¡ja!) y las que van con dos mochilas, dos niños, dos maquetas y dos loncheras. Aparte se cuecen las que (¡no sé cómo le hacen!) van taaaan campantes a media calle por donde van los coches, si la lógica no me traiciona.

Justo hoy una mami cero apurada me espetó: “¡Mucha prisa!” ¡Pues síiiiiii! Va usted a media calle, habiendo taaanta banqueta, nada más me estorba, son las 7:58 y con desespero veo a lo lejos cómo Doña Cleo tiene esa mirada de satisfacción que le produce dejar afuera a media docena de chiquillos, incluyendo la mía, ¿y USTED NO SE MUEVE? Claro que la culpa no es de ella, no es del señor de los tamales, no es del semáforo, ni de los niños: es mía.

Sí, porque, aunque me levante a las 4:30 de la mañana, siempre, siempre voy a las carreras. No debería sentirme orgullosa, pero confieso que yo soy una de esas mamás que ha batido su propio récord a la hora de manejar: he hecho 14 minutos con 35 segundos cuando ya la prisa es extrema, eso sí: siempre respetando los altos y haciendo uso de mis atajos, no en balde tengo 13 años de experiencia en esto de la manejada.

En cambio, las veces que me ha tocado trabajar desde casa, la cosa cambia: ahora yo soy la mami que va sin presiones (claro: porque no tengo que irme volando a la oficina, chutándome dos horas de camino, sólo me cambié la pijama y medio me peiné, nada de elegir la ropa de oficina, ni poner mi propio lunch), es cosa de arreglar a los niños y salir con la ventajota de 30-35 minutos que en la vida tengo. Ahí sí es otro cantar: ahora soy yo la que les dice a los cafres que me voy encontrando en el camino: “¡mucha priiiiiisaaaaa!”

Fotos: iStock

#HistoriasDeUnaMamáReal

Sígue a la autora en Twitter: @fahrez10 

En Facebook: @fhdzperez