Confesiones de mamá: Las ventajas de tener un Elf en casa

Por: melodijolola.com

Ya estamos en cuenta regresiva y tengo que agradecer a una nueva "tradición" que mis hijos son los mejores portados de esta época. ¿Sabes de qué hablo? Si, de The Elf on the Shelf; te lo explico mejor: es una nueva “tradición” navideña que alguien muy listo, y genio del marketing, puso de moda hace como dos años.

Todo el chiste es que Santa Claus le presta un duende a cada niño (claro que te venden el muñeco junto con el libro que te cuenta toda la historia), y este duende todas las noches le reporta a Santa qué tal se portó el niño, para que éste decida si le lleva lo que pidió o no.

Hay reglas muy estrictas que los niños tienen que seguir, como ponerle un nombre al duende, y no se puede tocar porque si no pierde su magia de Navidad y no puede ir a darle su reporte a Santa. Cada noche el duende, además, hace travesuras y aparece en un lugar distinto de la casa.

Obviamente estoy consiente que esto es un tema de mercadotecnia, pero hay dos razones que hace casi irresistible el uso del duende.

La primera es que cuando el duende llega los niños están tan consientes que los están vigilando que se portan perfecto, y cuando hacen algo malo lo único que tienes que decir es “cuidado, el duende te está viendo”. Ya sé, esto es un abuso de autoridad, pero qué rico que una época del año se más fácil que tus hijos te obedezcan. 

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La segunda, es que… ¡es divertidísimo! Cada noche cuando los niños se duermen empiezo a tramar cuál va a ser la travesura del duende. El año pasado un día les pintó la cara con plumones, otro tiró harina en todo el piso de la cocina y se puso a hacer dibujos ahí, otra vez decoró la sala con papel de baño por todos lados.

 

 

 

 

 

 

Me ahogo de la risa cada vez que estoy haciendo las travesuras de Snowy (así se llama nuestro duende), y cuando se despiertan en la mañana y buscan por toda la casa para descubrir la nueva hazaña de Snowy me divierto muchísimo; me dan toda la ternura del mundo.

 

 

A veces me siento un poquito culpable de caer en este chantaje y en la mercadotecnia, pero no lo puedo evitar; la verdad es que todo el tema me ilusiona mucho. ¿Tú crees que hago mal?

Escríbeme a sofiademama@gmail.com y dime qué tan perdida estoy.

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