Hoy te quiero contar lo fanática que soy del gimnasio. Amo hacer ejercicio, pero también ir a yoga, baile, bicicleta y, por supuesto… ¡mis clases de sauna! Jaja

El sauna es el apapacho que me permito por haber quemado miles de calorías con el ejercicio. Me ayuda a relajarme, recobrar tejido muscular y a eliminar toxinas. Por supuesto, es el momento perfecto para mi crema reductora y una mascarilla en el rostro (pepino, miel, avena… le voy cambiando).

Quizá lo único que no me gusta de ese momento es que mi toalla quede impregnada con olor a “sauna”. Seguro me entiendes, ese aroma mezcla de “calor”, avena y sudor, jejeje, que después termina por contaminar toda la ropa que hay en mi maleta. ¿Te ha pasado? A mí sí y es HORRIBLE.

¡Eso se acabó!

Ya te he contado que descubrí el nuevo Downy, aquel que tiene el escudo que dice: “Protege de malos olores”. Pues no me canso de recomendártelo porque es LA SOLUCIÓN contra todo tipo de aromas desagradables.

¡En serio! Desde que uso Downy mi toalla sigue oliendo rico siempre y, por supuesto, no hay peligro de que “contamine” el resto de mi ropa.

Lo mejor es que voy esparciendo el aroma deli por todo el gym. Ayer, por ejemplo, una chica me preguntó justo con qué lavo mi toalla porque cada vez que me movía inundaba el cuarto. Obvio le pasé el secreto, así como te lo cuento ahora a ti.

¡Pruébalo! Seguro muchos te preguntarán.