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Las peleas entre hermanos

Las peleas entre hermanos

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Sábado por la noche. Yo muero de sueño. La semana estuvo especialmente agotadora y mis hijos tienen cuerda para (por lo menos) dos horas más. Ya los bañé y ya cenaron, en teoría ya no deberían dar lata, pero quieren una película y no se ponen de acuerdo. Comienzan a gritar y yo intento negociar: “Una que les guste a los dos”. Inútil esfuerzo. Finalmente, Daniel pone por CENTÉSIMA VEZ Los pingüinos de Madagascar (ya hasta me sé los diálogos) y Goretti protesta con justa razón.

Peleas entre hermanos

Comienza la pelea por el control remoto. En eso Daniel le suelta un golpe a su hermana. Ella llora cual Magdalena y corre hacia mí en busca de consuelo. La abrazo y regaño a Daniel. En automático él empieza a llorar a grito abierto y, en vez de disculparse, me dice “no ti inojes, yo ti quiero mucho”, al tiempo que me besa, me abraza y quiere que lo cargue. ¡Le valió gorro su hermana! Gore se saca de onda y le dice con toda la sabiduría de sus casi 7 años: “Eso me lo deberías decir a mí, ¡tú me pegaste!” Daniel la voltea a ver seguro de su triunfo porque (momentáneamente) logró su objetivo: lo cargué y me distrajo.

Cuando vi la cara de “¿es neta, mamá?” que me puso Gore, reaccioné y le dije a Dany que se disculpara con su hermana y que la dejara ver (también por centéeeesima vez) la película de Bailarina. Él no cedió. Se mantuvo firme en su papel de niño berrinchudo trepado en mi panza y distrayéndome con besos, apapachos y pidiéndome que le hiciera cosquillas en el cuello. Poco a poco logra lo que se propone. Goretti por fin se rinde y decide irse a su recámara a ver otra película. Daniel ha ganado la batalla.

Admito que mi hijo me derrite con sus besos y su forma de ser más cariñosa. ¡Ah!, pero la venganza de Gore vendría poco después. El domingo Gore se pasa a mi cama, Daniel detecta ese movimiento y corre desaforado a treparse conmigo. Pero Gore ya está muy instalada a mi lado. Dany se quiere meter entre las dos y ella no lo deja. Yo me mantengo al margen. Él comienza a llorar (el mismo ritual de la noche anterior) pero ella lo desarma en pocas palabras: “¿Para qué te duermes? Yo llegué primero, ahora es mi mamá”. Le doy la razón y nos abrazamos. Gore le regresa la mirada que él le lanzó en la noche, esa de secreto triunfo y malicia. Daniel acepta su derrota, se baja de la cama y corre a lo que será la próxima pelea: prender la tele.

Pelea por el control remoto

 

Que no se pase de la raya

Ya sé lo que me espera en las próximas 5 horas: la lucha por ver quién llegó primero a la sala, quién escoge el programa, quién decide el desayuno, quién recoge su cuarto y quién gana el derecho sagrado de elegir el sillón más cómodo para permanecer ahí en calidad de fodongo tooooodo el día. Hasta ahí todo bien. Las peleas nunca pasaban de “mamáaaaaa, mira me está tirando la casita de mis muñecas” o de “mamáaaaa dile a Boditi qui mi deje ver los Miniomts”, pero en cierta ocasión escuché que Daniel le espetó a Gore muy seguro de sí mismo: “Ya no te quiero”. Enfurecí.

Lo regañé y le dije que JAMÁS le dijera algo como eso a su hermana. Las peleas entre ellos, para empezar, no deberían existir, pero bueno eso es en un mundo utópico. Le expliqué que no debe decir algo como eso, obviamente Gore sintió muy feo y se puso a llorar, así que Dany aplicó la misma que conmigo: corrió a besarla y a él solito le nació decirle “¿mi pirdonas?” Gore le dice que sí y a los tres minutos ya estamos ooootra vez con la misma cantaleta de qué ver en la tele.

Pero aquello no se me olvidó. Cuando escuché lo que dijo Dany, me remontó a mis propias peleas con Alma, mi hermana. A mí me encantaba hacerla repelar (jejeje) y si mi señora madre nos separaba y a cada una nos mandaba a un cuarto diferente, ahí iba yo a molestarla. Obvio gritábamos y nos acusábamos mutuamente con mi mamá, pero (que yo recuerde) jamás le dije algo como “YA NO TE QUIERO” ¡JAMÁS! Por eso me sacó de onda que Dany dijera eso.

Después, así ya en tonito más calmado le dije que no quería escuchar que le dijera eso otra vez a Gore. Pero no me iba a quedar con la duda. Le pregunté a mi hijo que quién le había enseñado eso y me dijo que Sebastián, un niño de su escuela, le había dicho eso y, como sintió feo, se puso a llorar. ¡Así que su lógica le indicaba que esa frase era para herir! Vaya, vaya… desde ese día, cada que Dany y Gore pelean, no le ha dicho nada parecido, sí, se “agarran del chongo” pero en sentido figurado: una grita el otro patalea, pero no se dicen frases hirientes. Sólo me quedé preocupada por saber si a Sebastián alguno de sus hermanos (o incluso alguno de sus padres) le dicen algo como eso. No debería ser así, jamás…

Hermanos felices

 

#HistoriasDeUnaMamáReal

Sigue a la autora en Twitter: @fahrez10 

En Facebook: @fhdzperez

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Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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