Es el quincuágesimo octavo mensaje que suena en mi celular. Lo ignoro. Sigo trabajando y de vez en vez le echo un vistazo al teléfono. Imposible. Sale y sale la notificación de mensaje de “Padres de familia de 2B”, sí, el dichoso grupo de las mamás de la escuela de Gore. Es la mamá de Gabriel preguntando si eran de alguien alguno de los tres lápices de la foto (sí, mandó fotoooo). Al principio todos hicimos mutis, hasta que la mamá de José Santiago dijo “no, no es de mi hijo” y de ahí se siguieron tooooodas: “no, no es de Valery” “No, no es de Zoé Camila” “No, no es de Brandon Armando”… ¡Señoras! Dijeron que si era de alguien, no que si NO eran suyos, ¿acaso no tienen comprensión lectora? Obviamente no respondí, ninguno era de Gore.

En eso llegaron los mensajes esperados: “sí, el de en medio es de Jonathan Gael” “Sí, el de la derecha es de Brianda” “Sí, el de la izquierda es de Miguel Alberto”… pero este último mensaje desató el Apocalipsis: “No es verdad, el de la izquierda es de Sofía Valentina” “No, es de Miguel Alberto, él no trae su lápiz” “Pues mi Sofía Valentina tampoco lo trae, es de ella” “No, mamita de Sofía Valentina, es de Miguel Alberto, yo misma se lo compré” “Discúlpeme mamita de Miguel Alberto, pero sí es de Sofía Valentina en la foto se ve claramente un pedacito de cinta adhesiva de color que yo le puse”. (Imaginar en este punto un zoom al 500% de la goma del lápiz con un MINÚSCULO retazo de cinta color morada tornasol). “¿Entonces mi Miguel Alberto se va a quedar sin trabajar mañana porque no tiene su lápiz?” ¿ES EN SERIO? ¿POR UN LÁPIZ? Sobra decir que en ese punto puse en silenciar los mensajes, estaba muy ocupada en el trabajo como para seguir el drama lapicero.

Después de UNA HORA seguían con el mismo tema el cual se zanjó cuando la mamita de Sergio Yadiel propuso mandar dos lápices extra y ponerlos a resguardo del profe Jorge por si algún crío no llevaba el suyo. Pensé que hasta ahí quedaría el asunto cuando el papá de Emiliano osó decir: “pero no sólo es un lápiz ¿y si llevamos un material extra de los que pidieron cada quien por si algún niño no lo lleva?” ¡Uuuuuuyyyyy, ardió Troya! Comenzó la guerra de dimes y diretes, desde el “no se vale, yo sí compré todo, yo sí soy responsable” hasta los “no se les está pidiendo más que un lápiz o una goma o un papel crepé, no resurtir toda la lista”, incluso los que optamos por callar.

En verdad me aturdieron, lograron que en dos horas de mi de por sí ajetreada vida laboral me pusiera aún más estresada y con ganas de decirles “tengan, yo pongo una triste caja de lápices, pero YA CÁLLENSEEEEEEEE”. Ya-las-a-lu-ci-no. Todo comenzó cuando nos citaron a junta con el profe Jorge. Ahí se gestó la genial idea de tener un grupo de WhatsApp para tratar “temas relacionados con la clase o si hubiera un problema con sus niños”. Pero bien listo el profe: “yo no estaré en el grupo, la mamita de Brianda será la administradora del grupo y ella les dará los pormenores que vayan saliendo”. No era difícil adivinar que no le entraba justo por no estar leyendo la retahíla de mensajes sobre un mismo tema.

Mamitas de antes VS. Mamitas de hoy

Recuerdo que mi señora madre no vivía este estrés por el simple hecho de que no existían los smartphones, antes sólo iban a la junta, medio ubicaban a otra mamá y eso, ni siquiera sabían quién era. A veces (y sólo muuuuuy a veces) se acercaban a la hora de la entrada o la salida para preguntar lo básico y de ahí pa’l real no se volvían a ver hasta la próxima junta. Eran otros tiempos. Hoy no. Hoy todo es acelerado, se requiere inmediatez en las respuestas y es políticamente incorrecto abandonar un grupo de esta talla porque “seguro no le importa su hijo”. Así son. Nada les parece y de todo hacen olas. Que si el olor del limpiador líquido no les gustó, que si el color del papel crepé era mejor de uno mismo y no de varios o que si no era excesivo pagar 10 pesos al mes por la clase de inglés “porque sólo dicen jelo y bay (sic)”.

Desde la primera junta ubiqué a las revoltosas y particularmente la mamita de Yosselin Gabriela es la peor. A todo le pone “pero” y en otro debate whatsappero propuso que les regresaran las dos tapitas de garrafón que “el año pasado le mandamos a la maestra Cinthya para no gastar doble”. ¡NO PUEDO MÁS! A eso súmenle que DIARIO preguntan cuál es la tarea “porque yo trabajo pero estoy al pendiente, no soy como esas mamás que sólo les revisan el cuaderno por revisar, yo sí me pongo con ella y si es necesario le hago la tarea pero que cumpla, ¿o no mamita de Brandon Armando? Era mejor la maestra Cinthya porque sí nos dejaba entrar a apuntar la tarea”. ¡Tache!

Así que, mamitas todas (porque hasta eso: ahí se pierde la identidad, yo no soy la señora Fabiola, soy la mamita de Paula Goretti), por favor aprendan algo: este grupo se hizo no para discutir por un lápiz, ni para preguntar tareas, sino para lo verdaderamente importante que es saber cuándo son las juntas, si el profe Jorge necesita algo urgente o (que ojalá y no pase) alguna emergencia escolar, nada más. Suertuda fue una señora no tan mayor que no se apuntó en la lista para formar parte del grupo, sino que anotó otro nombre y celular. “No tengo Whats”, fue su categórica respuesta antes de dejar el salón y guardar con disimulo su flamante teléfono. “¿Pero cóooooomo que no tiene WhatsApp la abuelita de Óscar? ¿Cómo se va a enterar de lo que pasa en el grupo?” Fácil señoras, piensen: a la que le van a escribir es a la mamita de Óscar, la abuelita no tiene porqué aguantarlas… sabia mujer...

#HistoriasDeUnaMamáReal

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