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Hola, soy mamá y sí: odio mi cuerpo

Amar nuestro cuerpo por sus formas, sus estrías, sus cicatrices y es una tarea diaria que deberíamos hacer todas las mamás. Foto: iStock

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Miras a tu hijo y te derrites de amor, pero te ves en el espejo y no te gusta tu “cuerpo de mamá”. No estás sola. Aquí te platicamos sobre el problema y te proponemos alternativas para que te reconcilies contigo misma. 

 

El egosistema cultural en el que vivimos tiene una extensa lista de requisitos para estar dentro del canon de mujer exitosa. Uno de los más importantes es el cuerpo, sobre todo para las mamás. ¿Te ha pasado que lees en redes o sitios de celebridades algo como “X fue mamá hace tres meses y presume cuerpazo”? Todas lo hemos visto; y sí, es un activador inmediato de las comparaciones.

 

Las creencias de cómo debe ser nuestro cuerpo se forman, y a su vez se contaminan, al observar mujeres que aparecen en los comerciales, en las portadas de revistas o en la publicidad que nos bombardea a través de internet o la TV. Al ver ese tipo de imágenes nos juzgamos sin detenernos a pensar que esas mujeres impecablemente arregladas, altas y esbeltas son un constructo comercial.

 

Es prácticamente imposible que exista una mamá que luzca todos los días un aspecto de portada de revista. Y las que se dedican a mostrar esa imagen, tienen detrás de sí a un ejército de personas que las ayudan, porque, nuevamente, ese es su negocio. El problema con eso es que a muchas mujeres que no nos dedicamos a eso se nos mete a la cabeza la idea de que debemos apegarnos a ese canon. Si no nos parecemos al molde ideal, concluímos, no valemos tanto. Y entonces surgen los miedos y las inseguridades.

 

Foto: iStock

 

Mamás con baja autoestima

Estos sentimientos no son raros. En 2013, por ejemplo, el sitio Today.com hizo una encuesta y encontró que un tercio de las mujeres que recientemente habían sido madres definitivamente odiaba su cuerpo. Y lo que es peor, dos tercios de estas mujeres temían que los cambios iban a provocar que su pareja perdiera el interés en ellas.

¿Cómo canalizar este desamor, esta falta de lealtad con nuestro cuerpo? Porque una cosa es irrebatible: aunque no tenga un aspecto similar al de una modelo, nuestro cuerpo nos sirve, lo necesitamos y ha sido nuestro compañero de muchas batallas; por ejemplo, en el trance de ser mamá.  Seguir con pensamientos negativos provoca auto rechazos, y éstos van dejando heridas que con el tiempo son más difíciles de sanar. Si llevas años creyendo que eres fea, será complicado remover esta idea de tu sistema de creencias de forma inmediata.

La buena noticia es que puedes revertir el daño cuando eres consciente del problema y pones suficiente empeño. Primero debes abrazar los cambios que vienen con el embarazo, valorar y agradecer la oportunidad que tuviste de ser madre. Luego debes ocuparte, desde el amor hacia ti misma, de modificar aquello que no te gusta. Cada cuerpo es distinto y como sea que hayas vivido esa transformación es tuya y es perfecta.

Ten en cuenta que si fuiste mamá recientemente es probable que tus hormonas sigan influyendo en tu estado de ánimo y que te cueste trabajo entender que tu cuerpo se irá recuperando del impacto del embarazo paulatinamente. Es normal, todos los procesos importantes que lleva a cabo nuestro organismo tienen repercusiones físicas y emocionales. Hay que dar tiempo para restablecerse y si no sucede, buscar asesoría de un especialista.

 

Reconcíliate con tu cuerpo

  • Párate frente al espejo, desnuda y sin maquillaje.
  • Observa cada parte agradeciendo lo que tienes. Puede que te resistas, que no alcances a ver que tienes una riqueza invaluable que te permite vivir.
  • Pregúntate conscientemente: ¿Qué hay detrás de lo que no me gusta? Escúchate, interiorízalo y transfórmalo positivamente.
  • Abrázate y siéntete orgullosa de ser tal como eres.
  • Decreta: “Te amo cuerpo porque así como eres funcionas perfecto para mí. Te voy a cuidar y a procurar para que estés bien”.
  • Desde el amor consciente hacia ti misma ubica qué cambios te gustaría hacer por el bienestar de tu cuerpo.
  • Renueva tus hábitos de alimentación y actividad física, pero no solo para perder peso, sino porque mejorar tus hábitos aportará a tu bienestar integral.
  • No hagas dietas riesgosas o drásticas sin asesoría profesional. Lo mismo aplica para rutinas de ejercicio extenuantes.
  • Finalmente recuerda: si quieres que tus hijos se amen y se respeten tal y como son, vuélvete ejemplo y trabaja en tu autoaceptación.
 

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