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9 cosas que solo entenderás si eres una mamá con hijos deportistas

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Y mientras otras mamás se relajan o se ponen al día con otras tareas o pendientes, la mamá con hijos deportistas se apresuran de un juego a otro, están al pendiente de las botellas con agua, de las espinilleras, de los uniformes y de las porras con la que animarán al equipo de su hijo esa tarde.

Porque es cierto…

1. Nos convertimos en sus fans. Estamos con ellos en cada partido, en cada entrenamiento, en cada presentación que tienen. Nos sabemos todas las porras del equipo, gritamos hasta que se acaba nuestro aire y que nadie se atreva a hablar mal del desempeño de nuestro crío porque se las verá muuuy negras.

2. Nuestros hijos necesitan el doble de alimento. El ejercicio hace que todo el tiempo estén hambrientos, así que preparamos snacks al por mayor. No solo para ellos, también para sus compañeritos. Comida, comida, comida… En eso se resumen las tardes.

3. Tu coche es tu herramienta principal. Lo necesitas, se convierte en tu segundo hogar. No sabrías como movilizar todo el equipo que necesitan tus críos para sus actividades.

4. ¿A dónde se va el dinero? Es posible que sea tu pregunta eterna. La quincena se va en  uniformes, equipo, instructores… Y qué coraje  cuando por fin logras comprar todo lo que necesita para que al poco tiempo te diga, ¿puedo probar otro deporte?

5. La ropa requiere lavado intenso. Una hora de remojo, detergente suavizante y al fin logras atenuar el aroma a calcetines sucios y sudor.

6. Fiestas y compromisos extra son una pesadilla. El tiempo se ocupa en el deporte de tus niños, programar una salida puede ser sumamente complicado pues los fines de semana están llenos de prácticas y actividades.

7. Ahora sí se bañan. Tal vez cuando eran pequeños te costaba trabajo hacer que se bañen, pues la buena noticia es que con el ejercicio brincarán solos a la ducha. La mala es que, probablemente quieran estar ahí un buen rato.

8. La eterna lucha porque hagan la tarea. Si tienes suerte de que sea disciplinado hará la tarea inmediatamente después de llegar de la escuela, de lo contrario, lamento decirte que serán muchas horas de llanto y regaños nocturnos.

9. La difícil línea entre ser mamá y no entrenadora. Ah, cómo nos cuesta trabajo este punto.  Hay que confiar en sus instructores y no querer desempeñar ese papel. Es bueno aconsejar, mas no criticar; demostrarle que estamos en las buenas y las malas. No vivamos el sueño deportivo de nuestros niños, no lo presiones, no lo compares, solo acompáñalo en el camino, no quieras dirigir ese camino.

   
 
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