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El peligro de crear niños inútiles

El peligro de crear niños inútiles

El peligro de crear niños inútiles Foto: iStock

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Y no por nosotras como mamás, sino por ellos cuando crezcan. ¿Por qué lo digo? Les cuento. Tengo el caso muuuuuy cercano de dos “niños” que hoy aún a sus casi 15 años la mamá los sigue tratando como niños chiquitos: que si ya los ven feo en la escuela, va y los defiende; que si la maestra les dejó mucha tarea, va y le reclama porque sus “bebés” no pueden con tanto; que no son capaces de calentarse una tortilla, entonces se mueren de hambre si ella no les sirve y casi les da en la boquita; que son llevados hasta la puerta de la escuela en coche “para que no carguen la mochila” o hasta hace poco todavía ella los bañaba. Sí, a ese grado.

Bien sé que cada quien cría a sus hijos de la mejor manera que puede y que, cualquier mamá, brinca por sus retoños si se los ofenden. Hasta ahí estoy de acuerdo. Lo que no está padre es que toooodo el tiempo les quiera resolver la vida. Incluso estos niños y sus hermanos son punto menos que conflictivos: con todo mundo tienen broncas y si no los cambian de escuela, júrenlo que hubiera habido masacre colectiva. Quiero centrarme en particular en estos dos “pequeños” porque siempre fueron foco y ejemplo de lo que NO debe hacer uno con los hijos.

De entrada, cuando el niño tenía casi 10 años su mamá lo seguía bañando y haciéndole la tarea. Al comentarle a la madre que ya lo dejara en privacidad de bañarse él solito, ¿saben cuál fue su respuesta? “¿Tú qué te metes si a tu hija todo se lo hace tu mamá? ¡La atiende de pe a pa, no te queda decirme eso!” Ok, tenía razón, no debí mencionar nada, pero quiero hacer una pequeña acotación al margen: en aquel tiempo mi Gore tenía dos años, DOS AÑOS, así que sí, por simple y llana LÓGICA mi señora madre o yo teníamos que atender sus necesidades. Ella sí era una bebé. Ella sí necesitaba que le diera de comer en la boca (y ni eso porque aprendió bien chiquita en la guardería). Ella sí dependía totalmente de un adulto. Perdónenme, pero un niño de 10 años ya sabe bañarse solo y, por lo menos, darle “inicio” al horno de microondas para calentarse una quesadilla.

Desde ese mismo instante juré jamás ser como aquella madre. Juré que yo no haría inútil a mi hija y que le enseñaría a hacer las cosas poco a poco. Sobra decir que jamás volví a mencionar una sola palabra respecto a cómo educaba a sus hijos. Hoy, los resultados saltan a la vista y no nada más de los cercanos, sino de las demás personas. Cuando le enseñé a Gore a “lavar los trastes”, no lo vi como “para que me ayude cuando esté grande”, no. Lo vi como “para que lo sepa hacer cuando yo ya no esté o cuando viva sola”. Quitarle los obstáculos del camino a un hijo sólo lo hacen entorpecerse aún más. Entiendan mamás: darle todo sin medida a un hijo es lo PEOR que podemos hacer.

Hay un dicho que se lo escuché a mi abuela alguna vez: “El que a un hijo consiente, va engordando una serpiente”. No lo entendí hasta que vi ese ejemplo tan cercano y comprobé que es verdad. A los hijos no hay que darles todo, hay que enseñarles que se lo deben ganar y que deben ser responsables de sí mismos y de sus actos. Yo no soy la súper mamá, ni mucho menos, pero trato de ser congruente con este pensamiento y lo llevo a la práctica.

 

Otro desencuentro desafortunado

Regresándome un poco: hubo otra situación que fue el detonante para no ser como aquella mamá. Cuando yo ni siquiera pensaba en casarme ni tener hijos, esta misma mamá no supo lidiar con el berrinche de su hijo (por entonces de un año o dos a lo mucho). Le decíamos que tratara de calmarlo y ella (que sieeeeempre ha sido así) entre más le decíamos, menos caso hacía y dejaba que aquel se arrastrara en pleno restaurante. Otra persona le dijo, ya súper molesta, que por favor controlara al pequeño demonio y a mí se me ocurrió la brillantísima idea de rematar: “Ya, dígale que se comporte”, ¡uuuuuyyyyy, con eso tuve! La respuesta no se hizo esperar: “El día que tú tengas hijos y hagan lo mismo, les dices lo que quieras y me cuentas si te hacen caso”. ¡Descolóooooon!

Al paso de los años llegó mi Gore y ooooobvio que iba a verme involucrada en un berrinche. Pero desde muy pequeña quedé clara que no iba a permitir esas escenitas. Tengo fama de ser una mamá muy dura, estricta, casi casi rayo en ser Hitler, pero eso no quiere decir que no ame con todo mi corazón a mis hijos y que meta las manos al fuego por ellos o que los consienta con mimos, besos y salidas. Lo que tengo muy claro (y me he encargado de que mis hijos también lo sepan) es que soy su madre, no su amiga a la que le puedan hablar de cuates o hacer berrinchitos sin sentido. También me he encargado de que Gore, a sus 7 años, ya empiece a bañarse sola, se prepare la mochila, tienda su cama, atienda a su tortuga y se sirva agua si quiere.

A tropiezos le enseñé que, si se le olvidaba el dinero para gastar en la escuela, ni modo, se vaya así. Que si pide dinero prestado lo pague, que recoja su uniforme y guarde en orden sus zapatos. Ni un solo peluche debe quedar fuera de la cama y las cobijas ni de chiste se doblan solas. Está acostumbrada a llevar su plato al fregadero y tiene que recoger el desbarajuste de juguetes cuando termina. Ella sola se cepilla los dientes, se limpia la cara y se desenreda el cabello por las mañanas, ¡faltaba más! ¡Se trata de su arreglo personal! El caso de Dany es un poco distinto: a sus 4 años pone la ropa sucia en su lugar y recoge juguetes, pero es imposible que se bañe solo (aunque ya le hace el intento) o se caliente de comer.

Hace poco Gore me dijo que ella quiere lavar su ropa. Claro, lo toma como juego porque todo lo hace la lavadora, pero me pareció buena iniciativa, así que le enseñé a separarla por colores y a decirle cómo remojar los calcetines para quitarles la mugre. Yo a los 8-9 años ya lavaba el baño y medio barría (¡que oooodio con toda mi alma!), guardaba los trastes y ayudaba en los mandados a mi señora madre, es decir, ella tampoco nos formó inútiles ni a mi hermana ni a mí. No digo que mis hijos son perfectos porque no lo son, pero al menos no los solapo en todo. Jamás tuve la oportunidad de decirle a aquella mamá que sí, que el día que mi hija me hizo un berrinche en la calle más o menos a la misma edad que su hijo, yo sí la controlé y me hizo caso, tal vez no a la primera, pero no lo volvió a hacer. Hoy, entre mi Gore de 7 años y ese “niño” de 15 hay una diferencia abismal: mi hija no tuvo una madre que la haya criado inútil, ¡eso jamás!

 

Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de Melodijolola.com

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