¡Ya sabemos que es!

El día antes de cada ultrasonido es todo un desafío dormir… y en éste, estaba particularmente emocionada. Saber qué es tu bebé lo cambia todo, más bien, lo pone en perspectiva y te da la pauta de hacia dónde te diriges en tu embarazo, desde en cómo le platicas a tu bebé, hasta qué lado de la tienda ver, porque ¡créeme! ya no está tan fácil encontrar secciones de ropa neutrales; todo está prácticamente divido en azul y rosa. Y así estaba mi cabeza, porque aunque yo presentía aaalgo, como bien decía mi esposo, el chance de atinarle era 50-50.

La ida al hospital fue toda una aventura, entre el desvele y las hormonas estaba medio de malas (¡¿medio?!), pero el entusiasmo llegó cuando me subí al coche. Íbamos tensos, como a la expectativa, con emoción y nervio al mismo tiempo. Yo pensaba “si me dicen que es niño, voy a decir ¡AHA, siempre lo supe!... Y si me dicen que es niña me voy a reír de mi intuición maternal desatinada”. Sea lo que sea nos daba mucha ilusión, era un sentimiento indescriptible.

Mientras esperábamos en la sala, no podíamos contenernos…

Y llegó la doctora, los saludos, los trámites… y de repente aparece en la pantalla esa cosita que se ha robado nuestros corazones; oímos sus latidos, vemos su cabecita, su cuerpo, sus brazos y piernas, y sigilosamente nos dice la doctora que es un niño súper extrovertido y juguetón porque se dejó ver rapidísimo… ¿oíste? ¡¡¡Un niño!!! Uff lágrimas de emoción, ¡estábamos en las nubes! Mi esposo aplaudía y toda la cosa, y yo reía sin parar. En ese instante dejó de ser “el/la bebé” para llamarle por su nombre, como que en ese instante se convirtió en una personita que ya te imaginas y futureas pensando en cómo será… En ese instante apareció en mi mente una imagen de cómo seremos como familia. Una imagen que me llenó de ilusión…

Gracias por leerlo, y compartir la emoción conmigo.

Por: Annie Barrios