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Las primeras travesuras

Las primeras travesuras.Por @AnnieBarrios

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Por @AnnieBarrios

¡Hola! Aquí reportándome… y escribiendo con un ojo en la computadora y otro en mi bebé, porque de un día para otro se convirtió en Daniel el Travieso versión miniatura.

¿Te acuerdas que JP todavía no gateaba? Resulta que este chaparrín es bastante ingenioso, y aunque el flojillo no levanta la panza para gatear, va por todos lados como soldadito pecho tierra. Es una cosa graciosísima, mi hermana dice que parece gusanito con prisa, pero aparte de lo simpático que se ve, se le nota realmente feliz por su nueva libertad.

 

Yo, su madre, estoy fascinada por él, pero agotada en esta nueva etapa. ¡Es un reto más! Yo estaba rayada porque se portaba muy bien sentadito jugando, lo podía dejar tranquilamente y hacer cosas por la casa, yo feliz pensando: ¡Wuhu! ¡Ya pasó lo cansado! ¡Pero PUM, gatea el bebé y empieza el maratón!

Ahora tengo que estar casi casi encima de él, no puedo perderlo de vista ni un segundo porque arrancan las travesuras (¡y los guamazos que se mete!) Todos son avances que va dando, fue una monada por ejemplo cuando entré a su cuarto y él paradito feliz en la cuna con una sonrisota de “¡Mira mamá!”. Pero ya no tan tierno cuando igual parado pudo jalar el cable de su monitor y ya te imaginarás el chichón en la frente porque la cámara le cayó encima.

 

Ayer, lo dejé dos segundos en el cuarto de al lado mientras me arreglaba en mi recámara, y de repente ¡oigo un azotón de puerta! Salí volando asustada, para encontrarme con que JP había avanzado del otro lado del cuarto hasta la puerta, y la cerró con una fuerza sobrenatural. Y ahora, ¿cómo le haces para abrir si el bebé está del otro lado pegado a la puerta? Logré empujarla un poquito y él la volvía a cerrar. Lo más divertido es que el pinguito se asomaba con una sonrisa llena de placer, y volvía a cerrar. Para no hacerte el cuento largo, después de muchos minutos de no poder, logré meter mi mano y empujarlo (con cariño- no me vayan a demandar-) hacia atrás para abrir rapidísimo la puerta. Entré triunfante, pero él lloró desconsoladamente porque le arruiné su juego.

 

Así tengo miles: ha jalado todos los cables; se paró en un escusado a jugar con el agua; de repente lo ves con mis tennis por toda la casa porque ya sabe donde los guardo y va por ellos para masticar las agujetas… y hoy le pisé el piesito porque ya va más rápido y se me metió camino a la cocina. Todas, menos esta de la pisada, incluyen una dosis de carcajada, las de él porque domina que está jugando conmigo, y las mías porque no puedo evitar reírme de sus monadas. Aunque dicen que cuando camine todavía va a estar peor, ya te contaré… Mientras te dejo, que este niño se me escapó y ¡quien sabe que andará haciendo!

 

 

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