¡Estoy embarazada!

¡Estoy embarazada! ¡¿Qué?! Creo que todavía no me la creo, y confieso que por momentos se me olvida, pero desde el momento en que me enteré mi vida ha sido otra…¡ya sé que suena a un gran cliché pero es verdad!

Hace unas semanas me empecé a sentir diferente, no mal, pero sí distinta. Aunque no sospechaba de la gran “E” pues no estaba en mis planes…¿qué linda no? ¿si no está en tus planes no sucede o qué? Jajaja, dicen que uno propone y Dios dispone, y ahora que lo pienso mis síntomas parecían sacados literalmente de una película exagerada. 

Ya sabes…dolor de cabeza, ganas constantes de hacer pipí, olfato supernatural, antojos extraños y por supuesto un cansancio extremo; pero mi favorito fue la “Espositis” que me dio. ¡No podía soltar a mi esposo! Me acuerdo que se iba a trabajar y me quedaba tristísima en mi casa con lagrimita y toda la cosa… ¡qué risa y qué ridícula! Pero no me juzgues, ¡no era yo! eran mis hormonas alocadas, que de esas te tengo luego más historias.

El caso es que decidí hacerme la prueba, simplemente para descartar la posibilidad y enfocarme en el gran PMS* que sentía que traía, pero: ¡¡¡sorpresa!!! En cuestión de segundos marcó lo que no me esperaba: ¡EMBARAZADA! Di vueltas sin sentido por mi casa, con los ojos completamente abiertos y sin poder parpadear. TODO pasa por tu mente, TODO. Cosas muy tontas como: “¡¿ya no voy a poder irme de fiesta?!” hasta dudas grandísimas: “¿soy capaz de cuidar YO a otra personita?”. 

Una mezcla enorme de sentimientos y de emociones me invadió, pero en lo que me quise enfocar fue en cómo decirle a mi esposo la gran noticia, porque esta sorpresa de la vida me dejó en shock a mí, y no te imaginas a él! Jajaja… la próxima semana te cuento cómo le dije y cuál fue su reacción… 

*PMS: Síndrome Pre Menstrual por sus siglas en inglés.