Saltar al contenido principal | Saltar A búsqueda | Alto Contraste

Annie Mamá Primeriza: Sentirme Mamá

Ser mamá y estar enferma

De amiga a amiga, los tips más selectos directo en tu correo.

Al hacer click en Suscríbete elegirás el contenido que quieras recibir en tu correo y quedarás suscrito a nuestro boletín el cual podrás cancelar en cualquier momento; no olvides revisar tu carpeta de Spam.

Por: Annie Barrios

¿Ves que siempre te he dicho que como que no me sentía “mamá”? Todo se me ha pasado tan rápido, los cambios son gigantes en tan poco tiempo, que ha sido complicado asimilarlo. Aclaro que siempre he sentido mío a este gordito lindo, por supuesto, pero no me veía como “mamá”. Hasta este fin de semana…

Llevaba mucho tiempo soñando con una vacación, calorcito, y relajarme un rato. Pero ya sabes, uno propone y Dios dispone. Y aunque hoy estoy escribiendo desde la playa (ya sabes, “sufriendo” muchísimo jajaja), el principio de la vacación fue un caos.

Primero, empacar toda mi casa para la mudanza que implica el viajar con un bebé. Te conté mi primer viaje con él ¿te acuerdas? Resumen: es una mudanza entera.

Segundo, la carretera fue eterna, y aunque yo me acordaba que mi pulguita era un buenazo en carreteras, eso era hace unos cuantos meses que todavía era muy chiquito; ahora el pobre se inquietó a la mitad del camino, y ahí me ves haciendo show y medio para distraerlo, y evitar el mar de lágrimas –aunque eventualmente llegó.

Ir haciendo muecas, cantando y actuando canciones no es el problema, de hecho lo disfruto la mayoría del tiempo, pero no he contado un pequeño detalle: yo iba con 38.5 de temperatura.

Por fin llegamos y el bebé ya no aguantaba más, su hora de dormir había pasado hace mucho, no lo había bañado, estaba incontrolable el pobre. Le puse su pijamita, lo arrullé pensando que pronto caería profundo, y le canté y le canté y le canté, y lo arrullé y lo mecí y lo consentí e hice de todo para que estuviera tranquilo. Todo esto mientras sudaba la fiebre, temblaba de escalofríos y sólo soñaba con estar metida en mi cama.

Hora y media después, con ayuda de mi esposo, logramos dormirlo. El pobre venía exhausto, no reconoció su cuna, estaba acalorado y aparte me sentía enferma a mí. Todo lo sacó de onda, ¡mi vida!

Cuando por fin se durmió, envuelta en una sensación de cuerpo cortado, dolor de cabeza y todo el virus tan molesto que ese día me atacó, le dije a mi esposo: hoy más que nunca me siento mamá. ¡Esto es! Dejarte a un lado por completo, poner en stand by tus necesidades, para poder atender a esa personita que tanto te necesita. Y hacerlo con todo tu corazón.

(Mi virus duró unos días pero no contagié a mi pinguito y la pasó padrísimo.)

 

Votar por este artículo 0 loves
   
 
Eliminando...