Saltar al contenido principal | Saltar A búsqueda | Alto Contraste

Annie Mamá Primeriza Escapé de mi papel unos diítas.

Annie Mamá Primeriza: Escapé de mi papel unos diítas.

De amiga a amiga, los tips más selectos directo en tu correo.

Al hacer click en Suscríbete elegirás el contenido que quieras recibir en tu correo y quedarás suscrito a nuestro boletín el cual podrás cancelar en cualquier momento; no olvides revisar tu carpeta de Spam.

No me había dado cuenta que necesitaba unas vacaciones hasta que mi esposo me propuso irnos… sin el bebé. Al principio sentí que se hundió algo adentro de mi             ¡¿Cómo?! ¿Dejar al pulgas aquí solito?

Cabe recalarcar que mi pulgoso tiene ya 6 meses, no es un recién nacido, pero en ese insante lo sentí miniatura y que me necesitaba al 100. Lo que sí es que yo necesitaba un break. Sin duda.

Entonces, con un poco de duda, acepté ir al viajecito exprés, (nos íbamos cinco noches… pero yo hablé a cambiar los boletos para que sean sólo 4 en un momento de culpa).

Alguien me dijo que en el avión seguro lloraría, que porque es durísimo dejar a tu bebé por primera vez, y como me costó mucho aceptar la invitación, juré que así iba a ser. ¡Pero la culpita sólo me duró el día de la propuesta! Los días previos al viaje, lloraba mi bebé y yo pensaba “uff, en 4 días voy a estar descansando…”, y empaqué más emocionada que a mi luna de miel. (Jajajajaja!!! Exageré un poquiiiiito...)

Me despedí de él sintiendo muchísimo amor –qué cursi pero es verdad- y no “dolor” de dejarlo; hasta me fui contenta pensando que mi mamá lo iba a disfrutar.  Y ya en mi destino, y con cerveza en mano, una súper vista y, sobre todo, mi esposo al lado, me pregunté: ¿Me tendría que sentir mal por esta felicidad y esta paz?

Entiendo que hay mamás que quieren estar hablando a ver qué hace su enano en todo momento, y ¡hacen bien! Pero generalmente soy de esas personas que intenta aprovechar cada momento, y literal ¡me desconecté! Estaba feliz disfrutando a mi esposo, el silencio, y disfrutandoME. Digo, por fin shoppeaba con mi talla “pre-pulgas”! ¡Wuhu!

La verdad fue delicioso no estar ni pensando en si ya comió el bebé, si ya toca bañar al bebé… ya sabes, La Rutina.

Y llegó el regreso, veníamos emocionadísimos para verlo, mi esposo lo saludó y ¡le regaló la sonrisa más grande del mundo! Y luego me tocaba a mi, se aventó a que lo cargue y cuando le platicaba – con esa vocecita aguda que hacemos las mamás- ¡me volteaba la cara! Me dijeron que estaba “enojado” porque lo dejé; en vez de culpa me dio la máxima ternura, y lo abracé y lo abracé hasta que por fin me “perdonó” y me besuqueaba toda la cara. Y esa bienvenida, y sus grititos de emoción fueron el mejor cierre a nuestro viaje. ¡Ah! Y si estás leyendo esposo, ¡me vuelvo a ir feliz cuando quieras!

Votar por este artículo 0 loves
   
 
Eliminando...