Aunque no lo creas, hay veces en las que debemos ser egoístas

Ser egoísta es un gran defecto. Se me hace una actitud feísima que no lleva a nada bueno, o mejor dicho se me hacía, porque hace unos días leí un libro llamado Método Stop a la Ansiedad, donde su autor, el psicólogo Ricardo Ros, menciona las ventajas que tiene el ser egoísta.

Al principio pensé que estaba equivocado, que en ningún caso se debería ser egoísta pero yo era la del error. Si te pones a pensar, hay veces en las que superponemos los intereses de los demás a los nuestros. Eso no tendría ningún problema si es que esa actitud que tomamos no fuera para querer agradar a los demás.

Ya sé que como madres pensamos primero siempre en los intereses de nuestros hijos, esposo y hasta en los de nuestra mascota…pero ¡stop! Nuestros sentimientos y emociones deben tener la misma importancia y de ninguna manera pueden pasar a un segundo plano.

Queramos o no, es imposible complacer a todo el mundo todo el tiempo y no importa cuánto nos esforcemos, siempre habrá alguien que no esté de acuerdo en nuestra forma de ser o de actuar.

Si no somos egoístas y ponemos atención a todo lo que piensan, dice y hacen los demás…podemos caer en una depresión terrible y nuestro autoestima se puede ir a los suelos. Definitivamente nuestra felicidad no debería depender de los demás en forma directa y claro, claro que se vale ser egoísta.

Desde ese momento pienso que cuando el deseo de otra persona atropella al mío, hay que poner un alto y comportarnos como egoístas. No puedes dejar que nadie te haga sentir inferior y no te puedes frustrar por no poder complacer a las personas que te rodean. Eso no hará que los quieras más o menos, simplemente te ayudará a conseguir tu felicidad para así poder ayudar a las otras personas a encontrarla. 

¿Tú qué opinas?