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Ahora sí necesito un drink: El amor en la era del "NO quiero un compromiso"

¿Será que ya no creemos en el amor?

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No porque no tenga pareja quiera decir que no la quiera, ni porque diga que el amor no exista, sea cierto: cuando nos han roto el corazón tantas veces, es más fácil fingir que ya no duele y por dentro desear que llegue un milagro a cambiarlo todo.

Lo confieso, detrás de mi humor negro, mi falta de tacto y el salir con muchos sin sentar cabeza, sueño con encontrar alguien que me haga gritar a los cuatro vientos: “¡Si creo que existe el amor!”

El problema viene cuando aparece y.… ya no lo quiero. ¿Les ha pasado? ¿Desearlo con tanto anhelo que cuando llega, no sabes qué hacer? 

Quiero una relación, lo prometo, lo anhelo con toda el alma: no para tomarme de la mano con él y sacarme la foto, sino para tomarla en el momento en que ya no puedo ser más fuerte; la quiero para ser el abrazo en silencio que mi pareja necesite cuando sienta que el mundo es grande y él, del tamaño de una hormiga. 

La quiero, pero, tengo miedo al compromiso.

No recuerdo el día en el que caí en este juego de desear los beneficios, pero sin las ganas de cumplir las cláusulas en letras chiquitas que implica una relación: discusiones sin sentido, el soportar sus tics, lo molesto que puede resultar el sonido que hace al masticar y los berrinche de mi pareja por no avisarle que llegué a casa después de una noche de chicas.

Ya todo se ha vuelto desechable: el plato, la ropa, los muebles y los sentimientos.

Buscamos sentir y calmar la ansiedad momentánea de la soledad en otra persona para estar bien y cuando la tenemos. La absorbemos, la bebemos. La tiramos. ¡Como si los sentimientos del otro fueran kleenex!

 

ahora si necesito un drink

 

No sé si es mal de estos tiempos, pero, ya nada tiene el valor de intentar dar todo: el miedo te paraliza y en esta cultura del desechable, tiramos los sentimientos.

Porque se vuelve una cadena interminable de la ley del “ojo por ojo ,diente por diente”: Si tu anterior pareja no fue sincera, tú en la siguiente engañas, si tu novio no fue cariñoso, tú con el siguiente no lo eres, y así continua el efecto dominó que termina en la conclusión de que todos son iguales: nadie quiere compromiso. (Y me incluyo).

Mentira, queremos compromiso, pero es el maldito miedo de ser lastimados lo que nos arrastra a seguir los pasos de los demás porque "si él es así, ¿Por qué debo ser yo quien se esfuerce?” Como si tratar de negociar fuera tan malo, tratar de encontrar una mejor versión de nosotros gracias a alguien más.

Ese es el problema, preferimos ser egoístas por temor, porque es lo que podemos controlar, porque eso implica un bajo riesgo; de por si cargar con uno es difícil... ¿por qué deberíamos cargar los demonios de alguien más?

Me descubrí con miedo al compromiso, no porque no lo quiera si no, porque temo a vivir el infierno de mi última relación- que ya no recuerdo-, pero no puede ser así porque no es la misma persona, ni el tiempo ni nada y por más parecida que sea, nunca será igual, pero vivimos con ese miedo intermitente, el sufrimiento de la tortura mental de querer predecir un futuro que al final del día por más que lo planees no saldrá como esperabas...

-Adriana.Degante.

 

¿Crees que sea cierto? Cuéntame a ahorasinecesitoundrink@gmail.com porque sí o porque no crees que ahora se teme al compromiso y brindemos con un drink…

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